VALOR FILOSOFICO DE LA PALABRA.
¿El pensamiento, la palabra y la acción son tres características diferentes del ser humano? o ¿es una característica que se manifiesta de tres maneras diferentes?
Durante mucho tiempo aceptamos que la materia y la energía eran diferentes, sin embargo, hoy aceptamos que son manifestaciones diferentes de lo mismo.
Esto sucede porque el hombre en su afán de conocer caracteriza, fracciona y diferencia los componentes del todo. Si estos fragmentos son aceptados por el contexto social pueden llegar a ser paradigmas diferenciados que se mantienen vigentes mientras que no obstaculicen el accionar humano.
Así, por convencionalismo, hemos considerado que la palabra es un medio para trasmitir el pensamiento y aceptamos –en forma complementaria- que el escuchar es un acto pasivo. Porque esto permitía conferir preeminencia al pensamiento.
Es decir, se construye y acepta socialmente que escuchar, hablar y actuar siguen al pensamiento. Esto como manifestación de la visión secuencial y por ello lineal. Demostración que construimos como interpretamos. Sin embargo, si cuestionamos lo lineal de esta construcción, podemos dudar de su convencionalismo. Desde Descartes se considera que el pensamiento es el elemento central, generador y por tanto diferenciador del ser humano.
En la filosofía de Descartes, el pensamiento es la base para entender a los seres humanos. El pensamiento, postula Descartes, nos convierte en el tipo de ser que somos. Es porque pensamos, dice Descartes, que podemos concluir que existimos: “yo pienso –nos dice- luego existo”. El pensamiento es la base del ser. La razón es lo que nos hace humanos.
Sin embargo, Nietzsche (1) considero que si bien el pensamiento es característica del ser humano, la mayoría de nosotros solo empleamos pensamientos ajenos y por ello, aunque poseemos la característica del ser humano, no la empleamos cotidianamente. Luego el pensamiento representa para los seres humanos, en el decir de Nietzsche, una prisión de la cual no pueden escapar.
Al evidenciarse esto, se hacia claro cuestionamiento de que el pensamiento fuera lo primero. Se evidenciaba que muchas acciones no son presididas por pensamiento. Con lo que se otorgaba independencia a la acción. Sin embargo, no se lograba relacionar pensamiento y acción.
Esto porque Nietzsche tomó contacto con el pensamiento de Heraclito, comprendiendo que en él estaba presente una perspectiva totalmente diferente de la que ofrecía el programa metafísico. Nietzsche entendió que, para comprender a los seres humanos no podemos concentrarnos sólo en su “ser”, sino que debemos también mirar hacia lo que no son, hacia el espacio en el que se trascienden las formas actuales de ser y se participa del proceso del devenir.
En este proceso de devenir se requiere dar cabida tanto al ser como al no-ser, a este ciclo que reúne el ser y la nada, esta eterna recurrencia del uno y del otro. Ser humano, según Nietzsche, puede ser visto como un proceso en el que estamos permanentemente huyendo de la nada, mientras que, al mismo tiempo, somos impulsados hacia ella, hacia el “sin sentido” de nuestras vidas, e inducidos a la necesidad de regenerarnos en un sentido.
Ante este cuestionamiento de la dependencia lineal de pensamiento y palabra, se posibilitaba crear otros convencionalismos, donde pensamiento, palabra y acción se podrían relacionar de forma no lineal.
Lo que implicaba cambio del sentido. Así, la acción podría dejar de ser elemento efector para pasar a ser un elemento activo. Es más, se podría invertir la dependencia, es decir, que desde la acción se puede generar pensamiento. De hecho, Heidegger (2) cuestiona que la razón sea primigenia en el ser humano. Por el contrario, considero que la razón nace como consecuencia derivada de la repetitiva acción.
Es decir, que de tanto realizar una acción puede surgir la duda de si solo de esa forma se puede hacer; lo que conduce al nacimiento del pensamiento. Pero no solo se logra invertir la dependencia, la acción genera pensamiento. También se logra una relación biunívoca entre acción y pensamiento.
Esto porque para Heidegger, la relación originaria no es una relación cognitiva entre sujetos y objetos presentes, sino una relación de disponibilidad, de encontrarse con los objetos a la mano, y no a la vista. Nuestra relación primaria con el mundo no es de conocimiento, sin de uso. El conocimiento es derivado del uso. La disponibilidad implica que nos relacionamos con las cosas en cuanto las usamos o tenemos la posibilidad de hacer uso de ellas. Este tipo de relación, de trato, es el más cercano y nos remite a un tipo de preocupación (inquietud) que manipula las cosas y las utiliza.
Desde esta perspectiva, no es extraño que la concepción de Heidegger represente la primera posibilidad de iniciar una reflexión filosófica seria sobre el problema de la técnica y la tecnología.
Heidegger insiste en que los objetos y las propiedades no son inherentes al mundo, ellos sólo emergen cuando se produce un quiebre en el uso que hacemos de las cosas. Mientras ellas estén a la mano, no nos percatamos necesariamente de su presencia y nos concentramos en aquello que estamos resolviendo a través de su uso. El significado le está conferido por la inserción en el tipo de actividad en la que hacemos uso de ellas.
De aquí surge una visión circular, las acciones generan pensamientos y los pensamientos generan acciones, usando como nexo a la palabra. Sin embargo, hasta aquí la palabra cumple una función de trasmisor de pensamientos y acciones. Con una función puramente pasiva.
Wittgenstein cuestiona que la palabra sea solo trasmisor del pensamiento y acciones, de hecho considera que la palabra es un acto construido socialmente y de forma activa. (3) Para ilustrar la posición de Wittgenstein acude a la imagen de una ciudad: “nuestro lenguaje puede ser considerado como una ciudad antigua: un laberinto de pequeñas calles y plazas, de casas antiguas y nuevas, y de casas con adiciones correspondientes a varios periodos, y esto, rodeado por una multitud de nuevos suburbios con calles regulares y rectas y con casas uniformes”.
Lo que implica que el juego recursivo de la palabra puede conducir a crear pensamiento. Esto logra nuevamente invertir la dependencia entre pensamiento y palabra. Y como ya era aceptado que el pensamiento se manifiesta por palabras. Nuevamente se genera una visión circular, es decir, pensamiento que genera palabras y palabras que generan pensamiento.
Esto fue posible porque la concepción de escuchar considerado como un acto pasivo queda en duda, y por el contrario al escuchar se lo considero un acto interpretativo y por ello activo. Con lo que se evidenció que la palabra puede generar pensamiento.
Luego, la palabra tiene dos caras, una de trasmitir y otra de generar pensamientos. Igualmente la acción tiene dos caras, una para ejecutar y otra para generar pensamientos.
La preeminencia del pensamiento es reemplazado por la circularidad igualitaria de las relaciones entre pensamiento, palabra y acción. Pasando de la relación lineal a la relación circular. Es más, la dependencia circular permite que, desde cierta perspectiva, las tres características sean consideradas como manifestaciones diferentes de una misma característica humana.
Pero esta relación circular entre el pensamiento, palabra y acción siempre se dará en el mismo nivel. Si aceptamos que la acción es primogénita con respecto al pensamiento, si aceptamos que del pensamiento se puede generar palabras, y del recursivo uso de la palabra se pueden generar nuevos pensamientos, que pueden ser convertidos en acciones. Estos círculos ¿girarán en el mismo nivel?
Al respecto Bertrand Russell (4) refiere que hay pensamientos derivados de pensamientos. Que existen niveles de pensamientos. Plantea que hay distintos tipos de proposiciones. La primera proposición que contiene la aserción simple de algo (por ejemplo “s”). Luego podemos reconocer un segundo nivel en el cual se efectúa una aserción sobre “s” (“s” es verdadero). Podemos luego reconocer un tercer nivel, en el cual se efectúa una aserción sobre la aserción que se refería a “s” (“s” es verdadero es verdadero). Y, así sucesivamente hasta el infinito.
Esto resuelva la paradoja creada con el ejemplo de Epiménides de Creta que afirmaba “Ningún cretense dice nunca la verdad”. Dado que el propio Epiménides es cretense, no es posible determinar si lo que afirma es verdadero o falso sin caer en una contradicción. Si miente, confirma que es verdad lo que dice. Si lo que dice es cierto, el mismo hecho que lo sea lo desmiente.
Russell indica que se produce paradojas cuando no se distinguen estos niveles. Por lo tanto, la proposición que hace una aserción sobre una clase de aserciones no se incluye en esa clase de aserciones. Es decir, la regla es la siguiente: “lo que comprende toda una colección no es de la colección”
Si hemos aceptado que palabra y acción tienen relación circular con los pensamientos, luego, por extensión tendremos que aceptar que también hay niveles de acciones y de palabras. Es decir, acciones que generan acciones, palabras que generan palabras.
Frege (5) ya había evidenciado que no es lo mismo referencia y sentido. Esto es particularmente importante al emplear la palabra de forma recursiva. La palabra es una referencia cuyo sentido, a lo largo de la historia, no siempre ha sido ni será igual. Una misma palabra tiene varias acepciones, es decir varios sentidos. De hecho, los sentidos de las palabras evidencian diferencias ontológicas entre los seres humanos. Aquí se hace evidente la influencia del pensamiento sobre la palabra y por extensión sobre la acción.
Luego las palabras pueden tener varios sentidos que es importante resaltar porque de no ser así, puede generar confusiones que Russell evidenció e indico como pensamientos que generan pensamientos. Con ello se ordeno y se evidenció que el giro lingüístico señalado por Wittgenstein representa un giro en la visión interpretativa del ser del hombre.
Esta clarificación de Russell tiene consecuencias, pues un cambio de sentido en la palabra origina cambio en las acciones. Y por extensión la palabra modificada así como la acción derivada influye en el pensamiento. Eso es lo que resaltó Habermas en la ética del discurso para evidenciar el peso influyente de los juegos lingüísticos de Wittgenstein.
Estos giros lingüísticos serían la evidencia de la transformación ontológica del ser humano cualificado así por Heidegger, con lo que señalaba que el ser humano tiene una esencia mutable. Pero también sería valido que las palabras generen transformación ontológica del ser humano, esto lo señalo Nietzsche cuando refirió que pocos seres humanos piensan, aunque muchos actúan.
Las palabras pueden ser reordenadas pasando a otro sentido que, a la vez, que explican todo lo aceptado hasta ese momento, permiten resolver problemas que, con el anterior sentido, no podían ser atendidos.
Es más, las palabras pueden ser giradas en su sentido con la finalidad de que puedan ser atendidas ciertas necesidades ontológicas hoy pensado pero aun no posible de atender, esto lo evidencia el pragmatismo de Pierce y Rorty.
Así llegamos a poder aceptar que el empleo recursivo de la palabra, en los planos filosóficos, puede sustentar ideologías y doctrinas. Si por la acción repetitiva se puede generar pensamiento, por el reordenamiento repetitivo de las palabras también se puede generar pensamiento pero con una extensión diferente. Incluso transformar la ontología del ser humano.
Lo que perfectamente encajan en la propuesta de Wittgenstein que acepta que el juego lingüístico puede generar acciones y pensamientos. Lo que implica que no hay palabra inocente, libre de intención. Luego, no es valida la popular frase: “yo decía no más”.
Los juicios de valor hecho por un ser humano a otra manifiesta coincidencia o no de su esencia ontológica. O puede evidenciar coincidencia o no en el sentido de las palabras. De allí que todo juicio de valor puede ser interpretado de muy diferentes formas. Lo que implica que hay diferentes ontologías en la especie humana.
Lo que se manifiesta con el dicho popular: “no hay frase mal dicha sino mal interpretada”. Pero esta misma frase evidencia que el escuchar no es pasivo sino activo. Aquí indica que el escuchar es oír más interpretar. Luego el escuchar es una acción activa de libre interpretación.
Lo que implica que una palabra, independiente de la intención del que lo dice, puede ser interpretada, por el que escucha, de manera similar o diferente a la intención del que habla.
¿Cuál es esa característica humana que se manifiesta por medio de palabra, pensamiento o acción? Podría ser sintetizado como voluntad humana. Heidegger dice que el ser humano siempre es utilitario en su forma más primigenia. ¿Qué le puede ser útil al ser humano? Todo lo que le permita conservarse, lo que podría delatar que el ser humano es gobernado por el instinto de conservación, manifestado por la generación de acciones, pensamientos y palabras.
Sin embargo, el instinto de conservación puede ser interpretado como apariencia, de la intención humana. Lo que permite inferir que la intención humana es lo primogénito. Si la intención humana es la primogénita característica del ser humano, luego el pensar, hablar, escuchar y actuar son sus derivadas.
Si la intención humana es la primogénita esencia del ser humano entonces derivada de ella también serían la ética y la moral. Esto es, la ética surge si aceptamos que toda intención de un ser humano puede afectar a otro. Lo que implica que la ética surge de la repetida intención humana, manifestada a través de acciones, pensamientos o palabras, con la finalidad de reducir los daños y permitir la convivencia social.
Si aceptamos que la acción repetitiva genera pensamiento. Igualmente podemos plantear que la acción generativa de la palabra produce pensamiento y acción. Ante esto, ¿quien genera a quien? La acción a la palabra o la palabra a la acción.
¿Cual sería la relación entre la palabra y la acción? Un sólo ser humano podría, por repetidas acciones, llegar a pensar. Con ello posibilita inferir que la palabra no es necesaria para la relación entre la acción y el pensamiento, en el nivel individual.
Pero si evaluamos lo mismo en una comunidad de seres humanos, podremos encontrar que la acción y el pensamiento se conectan por la palabra. Luego la palabra es el resultado de la convivencia social y da potencia a la relación entre acción y pensamiento. Esto es, permite que acciones generen pensamientos, que palabras generen pensamientos, que pensamientos generen acciones y palabras. Si la acción es primigenia, la palabra una derivada amplificadora en la construcción de la ontología del ser humano. De la acción y la palabra deriva el pensamiento.
Si aceptamos estas relaciones entre la palabra, la acción y el pensamiento; ahora estamos en condiciones para valorar la palabra en la construcción del Templo del Rey Salomón.
La intención del Rey Salomón se concreto en un pensamiento, construir un lugar donde pueda morar el Creador de Todo. Para lograr que se concretara esta intención se requería de acción, para ello empleo la palabra que generó ayuda con materiales por parte de Hiram Rey de Tiro, y acción constructiva del Maestro Hiram Abif. Luego, la palabra permitió que el pensamiento del Rey Salomón se materialice a través de las acciones tanto de Hiram Abif como del Rey de Tiro.
A través de la adecuada construcción de las palabras el Rey Salomón logro la ayuda de Hiram Rey de Tiro así como la interpretación más bella de Hiram Abif. La palabra adecuada del Rey Salomón genero tanto en Hiram Rey de Tiro como en Hiram Abif nuevos pensamientos y acciones que permitieron contar con los materiales y convencionalismos para construir el Templo consagrado al Señor.
Pero además el Maestro Hiram construyó convencionalismos organizativos limitados por palabras, toques y signos que permitían diferenciar los diversos procesos de reconstrucción ontológica en los obreros empleados en la construcción del Templo.
Demostración que la palabra a la vez que trasmite acciones y pensamientos, también permite dar sentido a las acciones y pensamientos humanos, permitiendo expandir o limitar las acciones y pensamientos. Sentido que mantiene el orden en los recursos existentes posibilitando la edificación sea del Templo o del devenir de la humanidad.
Si aceptamos esto, podemos inferir que, por la palabra, generamos nuevas interpretaciones y sentidos que permiten la construcción de nuevos edificios filosóficos que permiten que nosotros mismos transitemos por nuevos mundos ontológicos, tal como lo señala Echeverría (6)
Luego, la palabra permite que nos recreemos a nosotros mismos. Y aunque no podemos decir que somos seres de la palabra, podemos decir que la palabra contribuye a nuestra recreación.
¿Qué consecuencias se generan de esta acción generativa de la palabra? Creo que tres importantes. Primero, que talvez nunca sabremos como son las cosas realmente y solo podremos saber como las observamos. Ya que las observamos como las interpretamos. Luego, tal vez no conoceremos el mundo y solo viviremos en nuestros mundos interpretativos.
Segundo, si aceptamos que la palabra permite la recreación ontológica del ser humano, entonces podemos inferir que no solo actuamos de acuerdo a como somos, sino también somos reconstituidos de acuerdo a como actuamos. Acción, palabra y pensamiento enlazados permite ser lo que somos pero también permite transformarnos.
Esto permite aceptar que el ser ontológico no es inmutable, que por medio de la palabra, puede producirse la transformación ontológica del ser pasando de lo que se es a lo no se es. La organización en grados de los obreros, creada por el maestro Hiram Abif, señalaría diferentes grados de recreación ontológica. Organización que en forma general ha vivido y vive la humanidad a través de su historia.
Tercero, para que ello se de, se requiere el cambio del sentido de la palabra y siempre que este giro lingüístico sea aceptado por la comunidad de hombres como nuevo convencionalismo posibilita la creación de nuevos seres humanos. Podemos interpretar que actuamos por convencionalismos sociales creados, a su vez, son creados por la reinterpretación de la palabra.
Luego actuamos de acuerdo a convencionalismos sociales a los que pertenecemos. Pero por el empleo recursivo de estos mismos convencionalismos se posibilita poder reinterpretarlos creando nuevos convencionalismos. El poder del giro lingüístico se manifiesta plenamente aquí, pues transfiere poder de lo que fue a lo que es. La aceptación del nuevo convencionalismo permite que el nuevo ser ontológico construya nuevos mundos interpretativos.
Así, la palabra del Rey Salomón, que posibilitó la acción con materiales de Hiram Rey de Tiro, y, a su vez generó en el maestro Hiram Abif, recreaciones interpretativas de la idea original del Templo planteada por el Rey Salomón permitió que culminaron el proceso con la bella construcción. Pero al mismo tiempo, Hiram Abif creo convencionalismos no solo arquitectónicos sino de pensamiento y acción, jerarquizados por palabras.
Luego, el empleo recursivo de la palabra genera interpretaciones que nos posibilita vivir en mundos interpretativos nuevos. Filosóficamente hablando, si bien coexisten muchos mundos interpretativos, estos están organizados jerárquicamente en niveles diferenciados. En cada nivel las acciones concretas son dirigidas por estas reinterpretaciones que, sin embargo, por medio de la misma acción recursiva y del giro lingüístico podemos reconstruirlos, posibilitando la creación de nuevos mundos interpretativos y hasta de nuevas jerarquías.
Si aceptamos que estos tres principios (existencia de mundos interpretativos, de convencionalismos sociales y de la transformación del ser ontológico) como derivadas de la acción generativa de la palabra, pensamiento y acción. De la acción conjunta de los tres se permite la reconstrucción filosófica filosófica. Claro esta, todo esto se produce si es que tenemos la intención de actuar en ese sentido.
La palabra empleada de forma recursiva puede generar que el ser cree nuevos sentidos. El nuevo sentido será cimiento para la construcción de nuevos convencionalismos sociales, que a su vez permitan construir nuevos mundos interpretativos, como resultado de la transformación del ser ontológico.
Esta aparente secuencia lineal, hoy en día puede ser reemplazada por el empleo circular de pensamientos, palabras y acciones; se puede derivar en nuevos convencionalismos y transformaciones del ser ontológico creando nuevos mundos interpretativos. En cada giro lingüístico se posibilita la creación de nuevos mundos interpretativos representados en la Orden por nuevos templos.
Luego, la palabra como acción generativa sería la piedra angular en los mundos interpretativos que hemos vivido hasta hoy, y al mismo tiempo, posibilita la reconstrucción de nosotros mismos y de nuestros convencionalismos sociales, permitiendo que en el futuro vivamos en nuevos mundos interpretativos.
Mientras la palabra sustituta contribuye a mantener la construcción de nuestros mundos interpretativos, la palabra en el Arco Real permite construir nuevos sentidos interpretativos posibilitando la construcción de nuevos mundos interpretativos.
La palabra en el Arco Real no solo trasmite, también cumple una acción generativa con lo que completa la pirámide trunca. Posibilitando pasar de la dimensión lineal a la dimensión circular. Análogamente a lo que sucede en las tres dimensiones del espacio; pensamiento, palabra y acción unidas circularmente sería las tres dimensiones del espacio, y que, a través de su viaje circular, posibilitan la creación de la cuarta dimensión, la transformación del ser ontológico que análogamente sería la cuarta dimensión. La reconstrucción de pensamiento, acción y palabra que, esta entonces, constituían tres paradigmas diferentes, reconstruidos en uno solo permite la transformación ontológica del ser. Esta transformación ontológica permite la edificación de nuevos futuros mundos interpretativos. Luego, la palabra es la piedra angular en el Grado del Arco Real.
Referencias Bibliográficas.
1. Nietzsche, Friedrich La Filosofía en la Época Trágica de los Griegos http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3438
2. Heidegger, Martín Tiempo y Ser http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3518
3. Wittgenstein, Ludwig Investigaciones Filosóficas http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3325
4. Russell, Bertrand. Problemas de la Filosofía http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3376
5. Frege, Georg Sobre sentido y significado http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=11810
6. Echevarria, Rafael Ontología del Lenguaje http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3111
Durante mucho tiempo aceptamos que la materia y la energía eran diferentes, sin embargo, hoy aceptamos que son manifestaciones diferentes de lo mismo.
Esto sucede porque el hombre en su afán de conocer caracteriza, fracciona y diferencia los componentes del todo. Si estos fragmentos son aceptados por el contexto social pueden llegar a ser paradigmas diferenciados que se mantienen vigentes mientras que no obstaculicen el accionar humano.
Así, por convencionalismo, hemos considerado que la palabra es un medio para trasmitir el pensamiento y aceptamos –en forma complementaria- que el escuchar es un acto pasivo. Porque esto permitía conferir preeminencia al pensamiento.
Es decir, se construye y acepta socialmente que escuchar, hablar y actuar siguen al pensamiento. Esto como manifestación de la visión secuencial y por ello lineal. Demostración que construimos como interpretamos. Sin embargo, si cuestionamos lo lineal de esta construcción, podemos dudar de su convencionalismo. Desde Descartes se considera que el pensamiento es el elemento central, generador y por tanto diferenciador del ser humano.
En la filosofía de Descartes, el pensamiento es la base para entender a los seres humanos. El pensamiento, postula Descartes, nos convierte en el tipo de ser que somos. Es porque pensamos, dice Descartes, que podemos concluir que existimos: “yo pienso –nos dice- luego existo”. El pensamiento es la base del ser. La razón es lo que nos hace humanos.
Sin embargo, Nietzsche (1) considero que si bien el pensamiento es característica del ser humano, la mayoría de nosotros solo empleamos pensamientos ajenos y por ello, aunque poseemos la característica del ser humano, no la empleamos cotidianamente. Luego el pensamiento representa para los seres humanos, en el decir de Nietzsche, una prisión de la cual no pueden escapar.
Al evidenciarse esto, se hacia claro cuestionamiento de que el pensamiento fuera lo primero. Se evidenciaba que muchas acciones no son presididas por pensamiento. Con lo que se otorgaba independencia a la acción. Sin embargo, no se lograba relacionar pensamiento y acción.
Esto porque Nietzsche tomó contacto con el pensamiento de Heraclito, comprendiendo que en él estaba presente una perspectiva totalmente diferente de la que ofrecía el programa metafísico. Nietzsche entendió que, para comprender a los seres humanos no podemos concentrarnos sólo en su “ser”, sino que debemos también mirar hacia lo que no son, hacia el espacio en el que se trascienden las formas actuales de ser y se participa del proceso del devenir.
En este proceso de devenir se requiere dar cabida tanto al ser como al no-ser, a este ciclo que reúne el ser y la nada, esta eterna recurrencia del uno y del otro. Ser humano, según Nietzsche, puede ser visto como un proceso en el que estamos permanentemente huyendo de la nada, mientras que, al mismo tiempo, somos impulsados hacia ella, hacia el “sin sentido” de nuestras vidas, e inducidos a la necesidad de regenerarnos en un sentido.
Ante este cuestionamiento de la dependencia lineal de pensamiento y palabra, se posibilitaba crear otros convencionalismos, donde pensamiento, palabra y acción se podrían relacionar de forma no lineal.
Lo que implicaba cambio del sentido. Así, la acción podría dejar de ser elemento efector para pasar a ser un elemento activo. Es más, se podría invertir la dependencia, es decir, que desde la acción se puede generar pensamiento. De hecho, Heidegger (2) cuestiona que la razón sea primigenia en el ser humano. Por el contrario, considero que la razón nace como consecuencia derivada de la repetitiva acción.
Es decir, que de tanto realizar una acción puede surgir la duda de si solo de esa forma se puede hacer; lo que conduce al nacimiento del pensamiento. Pero no solo se logra invertir la dependencia, la acción genera pensamiento. También se logra una relación biunívoca entre acción y pensamiento.
Esto porque para Heidegger, la relación originaria no es una relación cognitiva entre sujetos y objetos presentes, sino una relación de disponibilidad, de encontrarse con los objetos a la mano, y no a la vista. Nuestra relación primaria con el mundo no es de conocimiento, sin de uso. El conocimiento es derivado del uso. La disponibilidad implica que nos relacionamos con las cosas en cuanto las usamos o tenemos la posibilidad de hacer uso de ellas. Este tipo de relación, de trato, es el más cercano y nos remite a un tipo de preocupación (inquietud) que manipula las cosas y las utiliza.
Desde esta perspectiva, no es extraño que la concepción de Heidegger represente la primera posibilidad de iniciar una reflexión filosófica seria sobre el problema de la técnica y la tecnología.
Heidegger insiste en que los objetos y las propiedades no son inherentes al mundo, ellos sólo emergen cuando se produce un quiebre en el uso que hacemos de las cosas. Mientras ellas estén a la mano, no nos percatamos necesariamente de su presencia y nos concentramos en aquello que estamos resolviendo a través de su uso. El significado le está conferido por la inserción en el tipo de actividad en la que hacemos uso de ellas.
De aquí surge una visión circular, las acciones generan pensamientos y los pensamientos generan acciones, usando como nexo a la palabra. Sin embargo, hasta aquí la palabra cumple una función de trasmisor de pensamientos y acciones. Con una función puramente pasiva.
Wittgenstein cuestiona que la palabra sea solo trasmisor del pensamiento y acciones, de hecho considera que la palabra es un acto construido socialmente y de forma activa. (3) Para ilustrar la posición de Wittgenstein acude a la imagen de una ciudad: “nuestro lenguaje puede ser considerado como una ciudad antigua: un laberinto de pequeñas calles y plazas, de casas antiguas y nuevas, y de casas con adiciones correspondientes a varios periodos, y esto, rodeado por una multitud de nuevos suburbios con calles regulares y rectas y con casas uniformes”.
Lo que implica que el juego recursivo de la palabra puede conducir a crear pensamiento. Esto logra nuevamente invertir la dependencia entre pensamiento y palabra. Y como ya era aceptado que el pensamiento se manifiesta por palabras. Nuevamente se genera una visión circular, es decir, pensamiento que genera palabras y palabras que generan pensamiento.
Esto fue posible porque la concepción de escuchar considerado como un acto pasivo queda en duda, y por el contrario al escuchar se lo considero un acto interpretativo y por ello activo. Con lo que se evidenció que la palabra puede generar pensamiento.
Luego, la palabra tiene dos caras, una de trasmitir y otra de generar pensamientos. Igualmente la acción tiene dos caras, una para ejecutar y otra para generar pensamientos.
La preeminencia del pensamiento es reemplazado por la circularidad igualitaria de las relaciones entre pensamiento, palabra y acción. Pasando de la relación lineal a la relación circular. Es más, la dependencia circular permite que, desde cierta perspectiva, las tres características sean consideradas como manifestaciones diferentes de una misma característica humana.
Pero esta relación circular entre el pensamiento, palabra y acción siempre se dará en el mismo nivel. Si aceptamos que la acción es primogénita con respecto al pensamiento, si aceptamos que del pensamiento se puede generar palabras, y del recursivo uso de la palabra se pueden generar nuevos pensamientos, que pueden ser convertidos en acciones. Estos círculos ¿girarán en el mismo nivel?
Al respecto Bertrand Russell (4) refiere que hay pensamientos derivados de pensamientos. Que existen niveles de pensamientos. Plantea que hay distintos tipos de proposiciones. La primera proposición que contiene la aserción simple de algo (por ejemplo “s”). Luego podemos reconocer un segundo nivel en el cual se efectúa una aserción sobre “s” (“s” es verdadero). Podemos luego reconocer un tercer nivel, en el cual se efectúa una aserción sobre la aserción que se refería a “s” (“s” es verdadero es verdadero). Y, así sucesivamente hasta el infinito.
Esto resuelva la paradoja creada con el ejemplo de Epiménides de Creta que afirmaba “Ningún cretense dice nunca la verdad”. Dado que el propio Epiménides es cretense, no es posible determinar si lo que afirma es verdadero o falso sin caer en una contradicción. Si miente, confirma que es verdad lo que dice. Si lo que dice es cierto, el mismo hecho que lo sea lo desmiente.
Russell indica que se produce paradojas cuando no se distinguen estos niveles. Por lo tanto, la proposición que hace una aserción sobre una clase de aserciones no se incluye en esa clase de aserciones. Es decir, la regla es la siguiente: “lo que comprende toda una colección no es de la colección”
Si hemos aceptado que palabra y acción tienen relación circular con los pensamientos, luego, por extensión tendremos que aceptar que también hay niveles de acciones y de palabras. Es decir, acciones que generan acciones, palabras que generan palabras.
Frege (5) ya había evidenciado que no es lo mismo referencia y sentido. Esto es particularmente importante al emplear la palabra de forma recursiva. La palabra es una referencia cuyo sentido, a lo largo de la historia, no siempre ha sido ni será igual. Una misma palabra tiene varias acepciones, es decir varios sentidos. De hecho, los sentidos de las palabras evidencian diferencias ontológicas entre los seres humanos. Aquí se hace evidente la influencia del pensamiento sobre la palabra y por extensión sobre la acción.
Luego las palabras pueden tener varios sentidos que es importante resaltar porque de no ser así, puede generar confusiones que Russell evidenció e indico como pensamientos que generan pensamientos. Con ello se ordeno y se evidenció que el giro lingüístico señalado por Wittgenstein representa un giro en la visión interpretativa del ser del hombre.
Esta clarificación de Russell tiene consecuencias, pues un cambio de sentido en la palabra origina cambio en las acciones. Y por extensión la palabra modificada así como la acción derivada influye en el pensamiento. Eso es lo que resaltó Habermas en la ética del discurso para evidenciar el peso influyente de los juegos lingüísticos de Wittgenstein.
Estos giros lingüísticos serían la evidencia de la transformación ontológica del ser humano cualificado así por Heidegger, con lo que señalaba que el ser humano tiene una esencia mutable. Pero también sería valido que las palabras generen transformación ontológica del ser humano, esto lo señalo Nietzsche cuando refirió que pocos seres humanos piensan, aunque muchos actúan.
Las palabras pueden ser reordenadas pasando a otro sentido que, a la vez, que explican todo lo aceptado hasta ese momento, permiten resolver problemas que, con el anterior sentido, no podían ser atendidos.
Es más, las palabras pueden ser giradas en su sentido con la finalidad de que puedan ser atendidas ciertas necesidades ontológicas hoy pensado pero aun no posible de atender, esto lo evidencia el pragmatismo de Pierce y Rorty.
Así llegamos a poder aceptar que el empleo recursivo de la palabra, en los planos filosóficos, puede sustentar ideologías y doctrinas. Si por la acción repetitiva se puede generar pensamiento, por el reordenamiento repetitivo de las palabras también se puede generar pensamiento pero con una extensión diferente. Incluso transformar la ontología del ser humano.
Lo que perfectamente encajan en la propuesta de Wittgenstein que acepta que el juego lingüístico puede generar acciones y pensamientos. Lo que implica que no hay palabra inocente, libre de intención. Luego, no es valida la popular frase: “yo decía no más”.
Los juicios de valor hecho por un ser humano a otra manifiesta coincidencia o no de su esencia ontológica. O puede evidenciar coincidencia o no en el sentido de las palabras. De allí que todo juicio de valor puede ser interpretado de muy diferentes formas. Lo que implica que hay diferentes ontologías en la especie humana.
Lo que se manifiesta con el dicho popular: “no hay frase mal dicha sino mal interpretada”. Pero esta misma frase evidencia que el escuchar no es pasivo sino activo. Aquí indica que el escuchar es oír más interpretar. Luego el escuchar es una acción activa de libre interpretación.
Lo que implica que una palabra, independiente de la intención del que lo dice, puede ser interpretada, por el que escucha, de manera similar o diferente a la intención del que habla.
¿Cuál es esa característica humana que se manifiesta por medio de palabra, pensamiento o acción? Podría ser sintetizado como voluntad humana. Heidegger dice que el ser humano siempre es utilitario en su forma más primigenia. ¿Qué le puede ser útil al ser humano? Todo lo que le permita conservarse, lo que podría delatar que el ser humano es gobernado por el instinto de conservación, manifestado por la generación de acciones, pensamientos y palabras.
Sin embargo, el instinto de conservación puede ser interpretado como apariencia, de la intención humana. Lo que permite inferir que la intención humana es lo primogénito. Si la intención humana es la primogénita característica del ser humano, luego el pensar, hablar, escuchar y actuar son sus derivadas.
Si la intención humana es la primogénita esencia del ser humano entonces derivada de ella también serían la ética y la moral. Esto es, la ética surge si aceptamos que toda intención de un ser humano puede afectar a otro. Lo que implica que la ética surge de la repetida intención humana, manifestada a través de acciones, pensamientos o palabras, con la finalidad de reducir los daños y permitir la convivencia social.
Si aceptamos que la acción repetitiva genera pensamiento. Igualmente podemos plantear que la acción generativa de la palabra produce pensamiento y acción. Ante esto, ¿quien genera a quien? La acción a la palabra o la palabra a la acción.
¿Cual sería la relación entre la palabra y la acción? Un sólo ser humano podría, por repetidas acciones, llegar a pensar. Con ello posibilita inferir que la palabra no es necesaria para la relación entre la acción y el pensamiento, en el nivel individual.
Pero si evaluamos lo mismo en una comunidad de seres humanos, podremos encontrar que la acción y el pensamiento se conectan por la palabra. Luego la palabra es el resultado de la convivencia social y da potencia a la relación entre acción y pensamiento. Esto es, permite que acciones generen pensamientos, que palabras generen pensamientos, que pensamientos generen acciones y palabras. Si la acción es primigenia, la palabra una derivada amplificadora en la construcción de la ontología del ser humano. De la acción y la palabra deriva el pensamiento.
Si aceptamos estas relaciones entre la palabra, la acción y el pensamiento; ahora estamos en condiciones para valorar la palabra en la construcción del Templo del Rey Salomón.
La intención del Rey Salomón se concreto en un pensamiento, construir un lugar donde pueda morar el Creador de Todo. Para lograr que se concretara esta intención se requería de acción, para ello empleo la palabra que generó ayuda con materiales por parte de Hiram Rey de Tiro, y acción constructiva del Maestro Hiram Abif. Luego, la palabra permitió que el pensamiento del Rey Salomón se materialice a través de las acciones tanto de Hiram Abif como del Rey de Tiro.
A través de la adecuada construcción de las palabras el Rey Salomón logro la ayuda de Hiram Rey de Tiro así como la interpretación más bella de Hiram Abif. La palabra adecuada del Rey Salomón genero tanto en Hiram Rey de Tiro como en Hiram Abif nuevos pensamientos y acciones que permitieron contar con los materiales y convencionalismos para construir el Templo consagrado al Señor.
Pero además el Maestro Hiram construyó convencionalismos organizativos limitados por palabras, toques y signos que permitían diferenciar los diversos procesos de reconstrucción ontológica en los obreros empleados en la construcción del Templo.
Demostración que la palabra a la vez que trasmite acciones y pensamientos, también permite dar sentido a las acciones y pensamientos humanos, permitiendo expandir o limitar las acciones y pensamientos. Sentido que mantiene el orden en los recursos existentes posibilitando la edificación sea del Templo o del devenir de la humanidad.
Si aceptamos esto, podemos inferir que, por la palabra, generamos nuevas interpretaciones y sentidos que permiten la construcción de nuevos edificios filosóficos que permiten que nosotros mismos transitemos por nuevos mundos ontológicos, tal como lo señala Echeverría (6)
Luego, la palabra permite que nos recreemos a nosotros mismos. Y aunque no podemos decir que somos seres de la palabra, podemos decir que la palabra contribuye a nuestra recreación.
¿Qué consecuencias se generan de esta acción generativa de la palabra? Creo que tres importantes. Primero, que talvez nunca sabremos como son las cosas realmente y solo podremos saber como las observamos. Ya que las observamos como las interpretamos. Luego, tal vez no conoceremos el mundo y solo viviremos en nuestros mundos interpretativos.
Segundo, si aceptamos que la palabra permite la recreación ontológica del ser humano, entonces podemos inferir que no solo actuamos de acuerdo a como somos, sino también somos reconstituidos de acuerdo a como actuamos. Acción, palabra y pensamiento enlazados permite ser lo que somos pero también permite transformarnos.
Esto permite aceptar que el ser ontológico no es inmutable, que por medio de la palabra, puede producirse la transformación ontológica del ser pasando de lo que se es a lo no se es. La organización en grados de los obreros, creada por el maestro Hiram Abif, señalaría diferentes grados de recreación ontológica. Organización que en forma general ha vivido y vive la humanidad a través de su historia.
Tercero, para que ello se de, se requiere el cambio del sentido de la palabra y siempre que este giro lingüístico sea aceptado por la comunidad de hombres como nuevo convencionalismo posibilita la creación de nuevos seres humanos. Podemos interpretar que actuamos por convencionalismos sociales creados, a su vez, son creados por la reinterpretación de la palabra.
Luego actuamos de acuerdo a convencionalismos sociales a los que pertenecemos. Pero por el empleo recursivo de estos mismos convencionalismos se posibilita poder reinterpretarlos creando nuevos convencionalismos. El poder del giro lingüístico se manifiesta plenamente aquí, pues transfiere poder de lo que fue a lo que es. La aceptación del nuevo convencionalismo permite que el nuevo ser ontológico construya nuevos mundos interpretativos.
Así, la palabra del Rey Salomón, que posibilitó la acción con materiales de Hiram Rey de Tiro, y, a su vez generó en el maestro Hiram Abif, recreaciones interpretativas de la idea original del Templo planteada por el Rey Salomón permitió que culminaron el proceso con la bella construcción. Pero al mismo tiempo, Hiram Abif creo convencionalismos no solo arquitectónicos sino de pensamiento y acción, jerarquizados por palabras.
Luego, el empleo recursivo de la palabra genera interpretaciones que nos posibilita vivir en mundos interpretativos nuevos. Filosóficamente hablando, si bien coexisten muchos mundos interpretativos, estos están organizados jerárquicamente en niveles diferenciados. En cada nivel las acciones concretas son dirigidas por estas reinterpretaciones que, sin embargo, por medio de la misma acción recursiva y del giro lingüístico podemos reconstruirlos, posibilitando la creación de nuevos mundos interpretativos y hasta de nuevas jerarquías.
Si aceptamos que estos tres principios (existencia de mundos interpretativos, de convencionalismos sociales y de la transformación del ser ontológico) como derivadas de la acción generativa de la palabra, pensamiento y acción. De la acción conjunta de los tres se permite la reconstrucción filosófica filosófica. Claro esta, todo esto se produce si es que tenemos la intención de actuar en ese sentido.
La palabra empleada de forma recursiva puede generar que el ser cree nuevos sentidos. El nuevo sentido será cimiento para la construcción de nuevos convencionalismos sociales, que a su vez permitan construir nuevos mundos interpretativos, como resultado de la transformación del ser ontológico.
Esta aparente secuencia lineal, hoy en día puede ser reemplazada por el empleo circular de pensamientos, palabras y acciones; se puede derivar en nuevos convencionalismos y transformaciones del ser ontológico creando nuevos mundos interpretativos. En cada giro lingüístico se posibilita la creación de nuevos mundos interpretativos representados en la Orden por nuevos templos.
Luego, la palabra como acción generativa sería la piedra angular en los mundos interpretativos que hemos vivido hasta hoy, y al mismo tiempo, posibilita la reconstrucción de nosotros mismos y de nuestros convencionalismos sociales, permitiendo que en el futuro vivamos en nuevos mundos interpretativos.
Mientras la palabra sustituta contribuye a mantener la construcción de nuestros mundos interpretativos, la palabra en el Arco Real permite construir nuevos sentidos interpretativos posibilitando la construcción de nuevos mundos interpretativos.
La palabra en el Arco Real no solo trasmite, también cumple una acción generativa con lo que completa la pirámide trunca. Posibilitando pasar de la dimensión lineal a la dimensión circular. Análogamente a lo que sucede en las tres dimensiones del espacio; pensamiento, palabra y acción unidas circularmente sería las tres dimensiones del espacio, y que, a través de su viaje circular, posibilitan la creación de la cuarta dimensión, la transformación del ser ontológico que análogamente sería la cuarta dimensión. La reconstrucción de pensamiento, acción y palabra que, esta entonces, constituían tres paradigmas diferentes, reconstruidos en uno solo permite la transformación ontológica del ser. Esta transformación ontológica permite la edificación de nuevos futuros mundos interpretativos. Luego, la palabra es la piedra angular en el Grado del Arco Real.
Referencias Bibliográficas.
1. Nietzsche, Friedrich La Filosofía en la Época Trágica de los Griegos http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3438
2. Heidegger, Martín Tiempo y Ser http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3518
3. Wittgenstein, Ludwig Investigaciones Filosóficas http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3325
4. Russell, Bertrand. Problemas de la Filosofía http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3376
5. Frege, Georg Sobre sentido y significado http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=11810
6. Echevarria, Rafael Ontología del Lenguaje http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3111
1 Comments:
Muchísimas gracias por acercar de forma tan coherente el sentido filosófico-ontológico de la palabra aplicada al ser humano y al masón. Soy filóloga y hermana,y estoy estudiando diversos sentidos de las palabras, los sonidos y el silencio.
TAF,
Mercedes
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