MASONES Y POLÍTICA.
Entre los principios aceptados para ingresar a la Orden Masónica se acepta la mayoría de edad, sano juicio y buenas costumbres. Las buenas costumbres definen un enfoque filosófico delineando una ética fundamental.
Es decir los valores éticos son parte de los recursos productivos de los masones, por lo que se puede afirmar que los masones tienen como valores activos verdaderos la inversión, la honestidad, el progreso tecnológico, la inclusión social, la integridad y están en contra de la ganancia rápida y fácil, la corrupción, la falta de escrúpulos, el bloqueo al avance y desarrollo de las sociedades.
Si pudiéramos ser solo mentes pensantes y observáramos a los masones trabajando se podría ver una institución moralmente inteligente, es decir, no solo veríamos a personas morales enfocados en diversos aspectos de su trabajo profano o masónico, estos estarían entrelazados con valores morales en su hábitat natural, es decir, con valores sociales y empresariales importantes para el desarrollo social. Veríamos líderes que no sólo creen en la existencia de valores morales sino los emplearían en su trabajo profano y fuera de él. Veríamos líderes que los difunden y emplean en diversas instituciones a las que pertenecen. Veríamos a líderes con competencias morales junto a dotes cultivarlos en las sociedades que los albergan.
A medida que percibiéramos a esta institución veríamos a candidatos a ocupar ciertos puestos, que examinados serían garantía que sus creencias y valores para el desarrollo de diversas instituciones con lo que aseguraríamos el desarrollo de las sociedades que los albergan. Veríamos masones que en sus diversos puestos de trabajo brindan oportunidades de desarrollar competencias que se traducirían valores sociales para la acción. Veríamos personas resueltas a resolver los problemas públicos y a tomar decisiones coherentes con los valores masónicos practicados y estudiados a través del simbolismo así como de la doctrina y filosofía masónica.
Veríamos directivos, de todos los niveles, que comparten sus valores y sus metas e invitan a sus pares profanos a que den cuenta de su comportamiento empleando como criterios los valores masónicos. Veríamos que los masones recompensan a los profanos que hacen progresos en su conducta ceñida a los valores masónicamente aceptados. Esto último no como adición al trabajo sino por el empleo de principios morales aceptados por los masones, entre los que debe destacar el servicio a la comunidad.
En otros niveles, podríamos percibir como la institución masónica no abandona sus valores cuando la economía esta en crisis, cuando una tecnología o política de institución profana amenaza con causar graves consecuencias o cuando ocurre un desastre natural. Veríamos una institución con un largo historial de desarrollo para afrontar las dificultades, parte de sus réditos destinados a ayudar a miembros de la comunidad a la que pertenece, bajo el lema de “no dar pescado sino enseñando a pescar”.
Lo que implica que los masones tienen que formar redes informales en el mundo profano, no para sacar provecho personal o grupal, sino para lograr que los valores que se cultivan en las Logias sean extendidos al mundo profano. Lo que implica que la integridad de la institución masónica se mantenga constantemente y sin cambios, la que se sustenta en los principios y valores masónicos. Sin embargo, toda institución tiene períodos de reto –entiéndase como crisis- para conservar su integridad. Son los líderes quienes deben crear el ambiente donde la integridad sea un valor importante y permita la adhesión a él como valor destino a servir a la humanidad.
La integridad basada en valores aumenta la probabilidad de tener éxito institucional, y esto resulta particularmente trascendental para las logias. Pero si esto no lo logras ciertas Logias la Masonería no se verá afectada. Si los valores están ausentes en las logias se produce la disonancia. Si hay integridad de principios morales la conducta institucional es probable que tenga éxito en formar masones que luego difundirán sus valores a la sociedad, en este caso, a la sociedad profana. Como consecuencia de esta estabilidad dentro de la Orden Masónica, se impedirá el avance de actividades profanas efímeras, que privilegian el dinero fácil, la corrupción, el bloqueo del desarrollo social con lo que los masones habremos aprovechado el tiempo empleado en los Templos de la Fraternidad.
Muchos, en el mundo profano, aceptan que todo vale en este mundo globalizado, y para ello trasladan equivocadamente, leyes de la física moderna a la acción personal y social. Así, en el mundo profano toda conducta difícilmente es cuestionable, porque se acepta, sin fundamento moral, que todo juicio de valor sobre la conducta humana es relativo y nunca absoluto. Incluso se han construido diversas éticas como consecuencia de la tergiversación de conceptos científicos en el mundo de la ética y la moral. Se ha traslado el relativismo de la ciencia física, que es valida y aplicable a la física y astronomía, para justificar las acciones sociales así como sus preceptos morales.
Como parte de esta tergiversación, la política, entendida como acción social, se permite estar exceptuada de valoración moral, a pesar de que por definición esta sujeta a valoración moral. Sin bien, en los Templos no se debe hablar de política esto no esta en contradicción con la valoración moral de la política, porque esto es parte de la filosofía política, que a su vez, es rama de la filosofía moral. Esto esta sustentado en el ritual de apertura en primer grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado cuando el V:. M:. señala: “¿Qué entiendes por Masonería? Y el H:. 1° Vig:. responde: El estudio de la filosofía moral para conocer la práctica de las virtudes, profesión que hacen todos los MM:….” Lo que implica la política dentro y fuera de los Templos de la Fraternidad. Mientras que en el Rito de York, en la ceremonia de iniciación se señala: “como recomendación general, os exhorto a que… estudiéis especialmente aquellas artes liberales y ciencias que se hallan dentro del compás de vuestras actitudes… (para) hacer diariamente progresos en los conocimientos masónicos.”
Hoy, en el mundo profano, se acepta la incertidumbre como parte constitutiva de las sociedades humanas, lo que es manifestación del traslado irracional de la incertidumbre de la física cuántica a la vida social, lo que origina que se acepte el éxito de corto plazo aunque origine graves consecuencias a largo plazo, como el daño de la capa de ozono que afecta la salud de nuestro planeta y por ende de las siguientes generaciones humanas.
La incertidumbre de la física cuántica, trasladada irracionalmente a la vida social valida que todo cambie, permite dar validez al slogan que lo único permanente en el Siglo XXI es el cambio. Pero aún más, con ello se acepta que no se pueden hacer planes de largo plazo, lo que implica rechazo de toda certidumbre, que, curiosamente, es aceptado como criterio mayor por los hombres racionales que validan y aceptan la verdad universal, única y inmutable, teniendo como máximo representante a la institución masónica que mantiene inmutables sus linderos, su filosofía y su doctrina.
Con la aceptación de la incertidumbre se acepta la duda de todo lo que genera el cambio constante, no se la duda metódica de Descartes sino la duda de toda verdad, como consecuencia del relativismo de todo, lo que tiene entre otras consecuencias que la realidad deje se ser una masa compacta, permanente y inalterable convirtiéndose en algo líquido, moldeable y adaptable que posibilita el revisionismo de los principios de la Modernidad, donde se incluye la libertad individual, la igualdad y la fraternidad, o que regresan al punto de partida y ser presentados como conceptos decorativos, es más permite que se acepte socialmente la existencia un mundo caótico.
Con la teoría del caos, valida en el mundo de las matemáticas, se acepta irracionalmente que vivamos en un mundo de constante cambio social, en constante caos, desorden o crisis. Esto implica que se debe ubicar los conocimientos en su verdadera dimensión y lugar. Acción que pueden y deben ejecutar los hombres libres y de buenas costumbres, a través de redes informales, en el mundo profano. Con lo que evitaremos confusiones que permiten que impíos, haciendo uso y abuso de los derechos liberales, actúen impunemente.
Imagínense que los masones aceptemos la sociología que formula que la realidad se ha hecho líquida, moldeable a su nuevo continente, es decir sujeta a su constante reformulación estructural; y las consecuencias de esta licuefacción de la solidez de la realidad, qué templos duraderos podríamos construir en el siglo XXI. Es sería interpretado como que la realidad cultural deja de ser sólida y pasa a ser líquida, lo que imposibilitaría el surgimiento –en casos extremos- de hombres libres y de buenas costumbres, porque debemos aceptar que la humanidad es producto de la carga genética evolutivamente construida así como del contexto cultural en que de desarrolla, si todo es efímero, el concepto de libre y buenas costumbres solo serían conceptos decorativos.
Así pues, se requiere definir hombres libres y de buenas costumbres, manteniendo lo ya establecido más la inclusión de la correcta delimitación de las concepciones de las ciencias así como su empleo adecuado en los diversos aspectos de la vida social. Lo que implica que hoy más que única debemos luchar contra la ignorancia impidiendo el traslado irracional de conceptos de unas ramas de la ciencia a otras o a la vida cotidiana de las sociedades. Recordemos que la verdad científica depende de los parámetros que lo establecieron, que de ninguna manera son los mismos a los que rigen la vida social humana.
En la elaboración e implementación de los Derechos Humanos muchos masones epónimos participaron, pero hoy, junto con la acción impune de los impíos que valoran los contravalores, esta surgiendo el social conformismo, que se caracteriza entre otras cosas por su voluntaria exclusión de la acción pública, por su miedo a participar en la construcción del bien común mínimo. Argumentándose que tiene el derecho a no participar, derecho a callar, derecho a no actuar. Lo que implica un abuso de los derechos individuales permitiendo que la cobardía sea el común denominador de las sociedades profanas.
Es más, estos auto excluidos son los que rechazan que otros participen en la construcción del bien común respetando la individualidad. Esto permite que la tolerancia, que surgió para permitir el libre pensamiento, hoy, se trastoque y este de lado de los impíos y cobardes. Permitiendo que la tolerancia hoy sea definida como aquel que se deja imponer concepciones e intolerante el que no se deja avasallar. Autoritario aquel que no acepta el relativismo de las concepciones o acciones humanas, con lo que permite la aceptación de que toda acción humana es positiva desde cierta perspectiva y por lo tanto no debe ser cuestionada ni desacreditada. Parodiando a Nietzsche, que ayer dijo que Dios a muerto, en el siglo XXI tendría que decir que lo malo y negativo han muerto.
Los masones del siglo XVIII excluían a los cobardes que no luchaban por la libertad individual, por la igualdad del empleo de la razón y por la fraternidad a la humanidad. Los derechos humanos no se hicieron para excluirse de la construcción social sino para no ser esclavizados. Esto es permitido por un mal empleo de la relatividad de la física y que se traslada irracionalmente a las definiciones en el campo de la filosofía, ética, semiótica, estética, y de la misma teoría del conocimiento.
Por lo dicho, se hace necesario que los masones participemos activamente en la vida política pública, porque de ello depende que separemos la paja del trigo, de ello depende que lo caótico sea reemplazado por el orden social, que la incertidumbre sea reemplazado por planes de largo plazo, que lo efímero sea reemplazado por la certeza conceptual y que el relativismo sea empleado en su justa dimensión.
El desarrollo científico y tecnológico ha presentado nuevas creencias que son validas para aspectos concretos y compartamentales del conocimiento científico, que no se pueden extrapolar irracionalmente a las esferas sociales, políticas y organizacionales. Hay quienes asumen que la ciencia es la nueva religión dogmática que domina a la humanidad presente, impidiendo el desarrollo de otras formas de pensamiento, es más, afirman que en su esencia tiene conceptos no sustentados.
Eso es distinto al empleo inadecuado, en la vida social, de los conceptos validos sólo para el mundo científico. Esto podría ser la política de determinados sectores sociales que buscan el provecho personal o grupal, pero también podría ser consecuencia de la falta de demarcación conceptual de conceptos científicos en la vida social pública. Recordando que el lenguaje es una limitante para poder expresar todo lo que pensamos. Si nuestros órganos sensoriales son una limitante para conocer la realidad, la tecnología nos ha permitido ampliar nuestro conocimiento de los mecanismos que permiten la existencia de la naturaleza y eso no es dañino, lo dañino esta en el traslado irracional de conceptos validos para un sector de la ciencia a otras esferas de la vida humana.
Lo anterior implica que los masones de hoy debemos incluir nuevos conceptos en la denominación de “buenas costumbres”. Nuestra filosofía y doctrina permanecerá incólume e inmutable pero con la inclusión de estas nuevas definiciones y concepciones en forma clara y precisa a la definición de hombres libres y de buenas costumbres, le otorgará a la Orden Masónica nueva potencia permitiendo difundir los conceptos en su verdadera y real dimensión, evitando su abuso por los impíos que se aprovechan de la falta de definición conceptual en la mayoría de la humanidad o la presencia de cobardes que se excluyen libremente de la acción política pública.
De aquí que se hace necesario ligar política pública con Masonería, y como siempre, delimitar bien, esto es, no involucra a la Orden Masónica, sino solamente a los masones. De allí que este ensayo tiene como titulo “Masones y Política” en lugar de “Masonería y Política”. Con lo que mantenemos a cubierto la pureza de nuestros principios masónicos sin dejar de hacer nuestra obra social para al fin alcanzar la misericordia del Gran Hacedor del Universo.
Resulta redundante enfatizar que la obra social de los masones, como ayer, depende de la formación que alcancemos, que incluye el esclarecimiento de conceptos creados por el avance científico y tecnológico, así como de otros creados en el discurso, en la lógica y otras esferas del saber. Lo que permite inferir que el simbolismo de las palabras sagradas de cada grado masónico cobra una nueva interpretación, esto es, una delimitación de los conceptos al contexto que los origina así como el impedimento de su traslado a otros contextos.
Entre los nuevos conocimientos positivos es de rescatar aquellos que permitirán la difusión correcta de las definiciones y concepciones modernas, están la tradicional educación junto al marketing y diversas técnicas psicosociales, así como la literatura, el cine y el teatro; que forman parte de la moderna estética y que pueden permitir la difusión, a través de personajes ficticios, mensajes que permitan el esclarecimiento conceptual así como la aceptación de los valores morales y sociales masónicamente construidas en los templos de sabiduría.
La formación sin acción es estéril como el arar sin sembrar. Por lo tanto, la política pública es y será una parte importante de la actividad de los masones, lo que permitirá difundir y preservar los principios de esta Antigua Institución Iniciática que existe para el bien general de la Humanidad.
Es decir los valores éticos son parte de los recursos productivos de los masones, por lo que se puede afirmar que los masones tienen como valores activos verdaderos la inversión, la honestidad, el progreso tecnológico, la inclusión social, la integridad y están en contra de la ganancia rápida y fácil, la corrupción, la falta de escrúpulos, el bloqueo al avance y desarrollo de las sociedades.
Si pudiéramos ser solo mentes pensantes y observáramos a los masones trabajando se podría ver una institución moralmente inteligente, es decir, no solo veríamos a personas morales enfocados en diversos aspectos de su trabajo profano o masónico, estos estarían entrelazados con valores morales en su hábitat natural, es decir, con valores sociales y empresariales importantes para el desarrollo social. Veríamos líderes que no sólo creen en la existencia de valores morales sino los emplearían en su trabajo profano y fuera de él. Veríamos líderes que los difunden y emplean en diversas instituciones a las que pertenecen. Veríamos a líderes con competencias morales junto a dotes cultivarlos en las sociedades que los albergan.
A medida que percibiéramos a esta institución veríamos a candidatos a ocupar ciertos puestos, que examinados serían garantía que sus creencias y valores para el desarrollo de diversas instituciones con lo que aseguraríamos el desarrollo de las sociedades que los albergan. Veríamos masones que en sus diversos puestos de trabajo brindan oportunidades de desarrollar competencias que se traducirían valores sociales para la acción. Veríamos personas resueltas a resolver los problemas públicos y a tomar decisiones coherentes con los valores masónicos practicados y estudiados a través del simbolismo así como de la doctrina y filosofía masónica.
Veríamos directivos, de todos los niveles, que comparten sus valores y sus metas e invitan a sus pares profanos a que den cuenta de su comportamiento empleando como criterios los valores masónicos. Veríamos que los masones recompensan a los profanos que hacen progresos en su conducta ceñida a los valores masónicamente aceptados. Esto último no como adición al trabajo sino por el empleo de principios morales aceptados por los masones, entre los que debe destacar el servicio a la comunidad.
En otros niveles, podríamos percibir como la institución masónica no abandona sus valores cuando la economía esta en crisis, cuando una tecnología o política de institución profana amenaza con causar graves consecuencias o cuando ocurre un desastre natural. Veríamos una institución con un largo historial de desarrollo para afrontar las dificultades, parte de sus réditos destinados a ayudar a miembros de la comunidad a la que pertenece, bajo el lema de “no dar pescado sino enseñando a pescar”.
Lo que implica que los masones tienen que formar redes informales en el mundo profano, no para sacar provecho personal o grupal, sino para lograr que los valores que se cultivan en las Logias sean extendidos al mundo profano. Lo que implica que la integridad de la institución masónica se mantenga constantemente y sin cambios, la que se sustenta en los principios y valores masónicos. Sin embargo, toda institución tiene períodos de reto –entiéndase como crisis- para conservar su integridad. Son los líderes quienes deben crear el ambiente donde la integridad sea un valor importante y permita la adhesión a él como valor destino a servir a la humanidad.
La integridad basada en valores aumenta la probabilidad de tener éxito institucional, y esto resulta particularmente trascendental para las logias. Pero si esto no lo logras ciertas Logias la Masonería no se verá afectada. Si los valores están ausentes en las logias se produce la disonancia. Si hay integridad de principios morales la conducta institucional es probable que tenga éxito en formar masones que luego difundirán sus valores a la sociedad, en este caso, a la sociedad profana. Como consecuencia de esta estabilidad dentro de la Orden Masónica, se impedirá el avance de actividades profanas efímeras, que privilegian el dinero fácil, la corrupción, el bloqueo del desarrollo social con lo que los masones habremos aprovechado el tiempo empleado en los Templos de la Fraternidad.
Muchos, en el mundo profano, aceptan que todo vale en este mundo globalizado, y para ello trasladan equivocadamente, leyes de la física moderna a la acción personal y social. Así, en el mundo profano toda conducta difícilmente es cuestionable, porque se acepta, sin fundamento moral, que todo juicio de valor sobre la conducta humana es relativo y nunca absoluto. Incluso se han construido diversas éticas como consecuencia de la tergiversación de conceptos científicos en el mundo de la ética y la moral. Se ha traslado el relativismo de la ciencia física, que es valida y aplicable a la física y astronomía, para justificar las acciones sociales así como sus preceptos morales.
Como parte de esta tergiversación, la política, entendida como acción social, se permite estar exceptuada de valoración moral, a pesar de que por definición esta sujeta a valoración moral. Sin bien, en los Templos no se debe hablar de política esto no esta en contradicción con la valoración moral de la política, porque esto es parte de la filosofía política, que a su vez, es rama de la filosofía moral. Esto esta sustentado en el ritual de apertura en primer grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado cuando el V:. M:. señala: “¿Qué entiendes por Masonería? Y el H:. 1° Vig:. responde: El estudio de la filosofía moral para conocer la práctica de las virtudes, profesión que hacen todos los MM:….” Lo que implica la política dentro y fuera de los Templos de la Fraternidad. Mientras que en el Rito de York, en la ceremonia de iniciación se señala: “como recomendación general, os exhorto a que… estudiéis especialmente aquellas artes liberales y ciencias que se hallan dentro del compás de vuestras actitudes… (para) hacer diariamente progresos en los conocimientos masónicos.”
Hoy, en el mundo profano, se acepta la incertidumbre como parte constitutiva de las sociedades humanas, lo que es manifestación del traslado irracional de la incertidumbre de la física cuántica a la vida social, lo que origina que se acepte el éxito de corto plazo aunque origine graves consecuencias a largo plazo, como el daño de la capa de ozono que afecta la salud de nuestro planeta y por ende de las siguientes generaciones humanas.
La incertidumbre de la física cuántica, trasladada irracionalmente a la vida social valida que todo cambie, permite dar validez al slogan que lo único permanente en el Siglo XXI es el cambio. Pero aún más, con ello se acepta que no se pueden hacer planes de largo plazo, lo que implica rechazo de toda certidumbre, que, curiosamente, es aceptado como criterio mayor por los hombres racionales que validan y aceptan la verdad universal, única y inmutable, teniendo como máximo representante a la institución masónica que mantiene inmutables sus linderos, su filosofía y su doctrina.
Con la aceptación de la incertidumbre se acepta la duda de todo lo que genera el cambio constante, no se la duda metódica de Descartes sino la duda de toda verdad, como consecuencia del relativismo de todo, lo que tiene entre otras consecuencias que la realidad deje se ser una masa compacta, permanente y inalterable convirtiéndose en algo líquido, moldeable y adaptable que posibilita el revisionismo de los principios de la Modernidad, donde se incluye la libertad individual, la igualdad y la fraternidad, o que regresan al punto de partida y ser presentados como conceptos decorativos, es más permite que se acepte socialmente la existencia un mundo caótico.
Con la teoría del caos, valida en el mundo de las matemáticas, se acepta irracionalmente que vivamos en un mundo de constante cambio social, en constante caos, desorden o crisis. Esto implica que se debe ubicar los conocimientos en su verdadera dimensión y lugar. Acción que pueden y deben ejecutar los hombres libres y de buenas costumbres, a través de redes informales, en el mundo profano. Con lo que evitaremos confusiones que permiten que impíos, haciendo uso y abuso de los derechos liberales, actúen impunemente.
Imagínense que los masones aceptemos la sociología que formula que la realidad se ha hecho líquida, moldeable a su nuevo continente, es decir sujeta a su constante reformulación estructural; y las consecuencias de esta licuefacción de la solidez de la realidad, qué templos duraderos podríamos construir en el siglo XXI. Es sería interpretado como que la realidad cultural deja de ser sólida y pasa a ser líquida, lo que imposibilitaría el surgimiento –en casos extremos- de hombres libres y de buenas costumbres, porque debemos aceptar que la humanidad es producto de la carga genética evolutivamente construida así como del contexto cultural en que de desarrolla, si todo es efímero, el concepto de libre y buenas costumbres solo serían conceptos decorativos.
Así pues, se requiere definir hombres libres y de buenas costumbres, manteniendo lo ya establecido más la inclusión de la correcta delimitación de las concepciones de las ciencias así como su empleo adecuado en los diversos aspectos de la vida social. Lo que implica que hoy más que única debemos luchar contra la ignorancia impidiendo el traslado irracional de conceptos de unas ramas de la ciencia a otras o a la vida cotidiana de las sociedades. Recordemos que la verdad científica depende de los parámetros que lo establecieron, que de ninguna manera son los mismos a los que rigen la vida social humana.
En la elaboración e implementación de los Derechos Humanos muchos masones epónimos participaron, pero hoy, junto con la acción impune de los impíos que valoran los contravalores, esta surgiendo el social conformismo, que se caracteriza entre otras cosas por su voluntaria exclusión de la acción pública, por su miedo a participar en la construcción del bien común mínimo. Argumentándose que tiene el derecho a no participar, derecho a callar, derecho a no actuar. Lo que implica un abuso de los derechos individuales permitiendo que la cobardía sea el común denominador de las sociedades profanas.
Es más, estos auto excluidos son los que rechazan que otros participen en la construcción del bien común respetando la individualidad. Esto permite que la tolerancia, que surgió para permitir el libre pensamiento, hoy, se trastoque y este de lado de los impíos y cobardes. Permitiendo que la tolerancia hoy sea definida como aquel que se deja imponer concepciones e intolerante el que no se deja avasallar. Autoritario aquel que no acepta el relativismo de las concepciones o acciones humanas, con lo que permite la aceptación de que toda acción humana es positiva desde cierta perspectiva y por lo tanto no debe ser cuestionada ni desacreditada. Parodiando a Nietzsche, que ayer dijo que Dios a muerto, en el siglo XXI tendría que decir que lo malo y negativo han muerto.
Los masones del siglo XVIII excluían a los cobardes que no luchaban por la libertad individual, por la igualdad del empleo de la razón y por la fraternidad a la humanidad. Los derechos humanos no se hicieron para excluirse de la construcción social sino para no ser esclavizados. Esto es permitido por un mal empleo de la relatividad de la física y que se traslada irracionalmente a las definiciones en el campo de la filosofía, ética, semiótica, estética, y de la misma teoría del conocimiento.
Por lo dicho, se hace necesario que los masones participemos activamente en la vida política pública, porque de ello depende que separemos la paja del trigo, de ello depende que lo caótico sea reemplazado por el orden social, que la incertidumbre sea reemplazado por planes de largo plazo, que lo efímero sea reemplazado por la certeza conceptual y que el relativismo sea empleado en su justa dimensión.
El desarrollo científico y tecnológico ha presentado nuevas creencias que son validas para aspectos concretos y compartamentales del conocimiento científico, que no se pueden extrapolar irracionalmente a las esferas sociales, políticas y organizacionales. Hay quienes asumen que la ciencia es la nueva religión dogmática que domina a la humanidad presente, impidiendo el desarrollo de otras formas de pensamiento, es más, afirman que en su esencia tiene conceptos no sustentados.
Eso es distinto al empleo inadecuado, en la vida social, de los conceptos validos sólo para el mundo científico. Esto podría ser la política de determinados sectores sociales que buscan el provecho personal o grupal, pero también podría ser consecuencia de la falta de demarcación conceptual de conceptos científicos en la vida social pública. Recordando que el lenguaje es una limitante para poder expresar todo lo que pensamos. Si nuestros órganos sensoriales son una limitante para conocer la realidad, la tecnología nos ha permitido ampliar nuestro conocimiento de los mecanismos que permiten la existencia de la naturaleza y eso no es dañino, lo dañino esta en el traslado irracional de conceptos validos para un sector de la ciencia a otras esferas de la vida humana.
Lo anterior implica que los masones de hoy debemos incluir nuevos conceptos en la denominación de “buenas costumbres”. Nuestra filosofía y doctrina permanecerá incólume e inmutable pero con la inclusión de estas nuevas definiciones y concepciones en forma clara y precisa a la definición de hombres libres y de buenas costumbres, le otorgará a la Orden Masónica nueva potencia permitiendo difundir los conceptos en su verdadera y real dimensión, evitando su abuso por los impíos que se aprovechan de la falta de definición conceptual en la mayoría de la humanidad o la presencia de cobardes que se excluyen libremente de la acción política pública.
De aquí que se hace necesario ligar política pública con Masonería, y como siempre, delimitar bien, esto es, no involucra a la Orden Masónica, sino solamente a los masones. De allí que este ensayo tiene como titulo “Masones y Política” en lugar de “Masonería y Política”. Con lo que mantenemos a cubierto la pureza de nuestros principios masónicos sin dejar de hacer nuestra obra social para al fin alcanzar la misericordia del Gran Hacedor del Universo.
Resulta redundante enfatizar que la obra social de los masones, como ayer, depende de la formación que alcancemos, que incluye el esclarecimiento de conceptos creados por el avance científico y tecnológico, así como de otros creados en el discurso, en la lógica y otras esferas del saber. Lo que permite inferir que el simbolismo de las palabras sagradas de cada grado masónico cobra una nueva interpretación, esto es, una delimitación de los conceptos al contexto que los origina así como el impedimento de su traslado a otros contextos.
Entre los nuevos conocimientos positivos es de rescatar aquellos que permitirán la difusión correcta de las definiciones y concepciones modernas, están la tradicional educación junto al marketing y diversas técnicas psicosociales, así como la literatura, el cine y el teatro; que forman parte de la moderna estética y que pueden permitir la difusión, a través de personajes ficticios, mensajes que permitan el esclarecimiento conceptual así como la aceptación de los valores morales y sociales masónicamente construidas en los templos de sabiduría.
La formación sin acción es estéril como el arar sin sembrar. Por lo tanto, la política pública es y será una parte importante de la actividad de los masones, lo que permitirá difundir y preservar los principios de esta Antigua Institución Iniciática que existe para el bien general de la Humanidad.
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