RECURRENCIA, AVANCES Y RELATIVISMO DE LA HISTORIA MASÓNICA.
EL CONCEPTO DE PROBLEMAS MASÓNICOS RECURRENTES.
Muchos masones podemos tener la impresión de que siempre estamos discutiendo temas recurrentes. Si con ello se afirma que las discusiones se limitan a problemas masónicos que surgieron en fases tempranas de la historia del pensamiento masónico y que desde entonces han reaparecido por intervalos, su afirmación puede ser injustificada. Esto puede demostrarse fácilmente. Por ejemplo, los problemas de la filosofía de la ciencia no surgieron sino después que la ciencia alcanzó un cierto grado de desarrollo. Por otro lado, el tipo de problemas que se tratan en la filosofía crítica de la historia presupone la existencia de estudios históricos serios. El interrogante sobre la naturaleza de la explicación histórica, por ejemplo, surge de la reflexión sobre los criterios que ofrecen algún tipo de explicación de los acontecimientos, y no una mera cronología. Así que es falso decir que no surgen problemas nuevos en el desarrollo del pensamiento masónico.
No obstante, sería posible aceptar que lo que se acaba de decir es cierto y al mismo tiempo sostener que los masones empleamos mucho tiempo en discutir problemas recurrentes que parecen no haber sido nunca resueltos de una manera satisfactoria para todos. Tal vez quisiéramos señalar, como respuesta, que si un masón afirma haber probado la verdad de una cierta tesis o teoría, el hecho de que no todos estén de acuerdo con él no implica que su afirmación sea injustificada. Porque tenemos que distinguir entre prueba y persuasión. Si nos ofrecen una prueba de verdad de p, y no podemos quedar convencidos, el hecho de que no nos haya convencido no autoriza, por si solo, la conclusión de que su prueba es falsa o defectuosa. Pudiera ser que no hayamos encontrado la prueba. O bien que la creencia en la verdad de no-p esté tan arraigada en nosotros o estemos tan familiarizados con alguna otra teoría según la cual p sería incompatible lógicamente o difícil de reconciliar, que en realidad no haya estado abierto a pensar seriamente en las afirmaciones de que p es verdad. Sin embargo, aunque es perfectamente correcto decir que debe hacerse una distinción entre persuasión y prueba, esto no afecta realmente al interrogante de si existen o no problemas masónicos recurrentes. La reaparición constante de un problema masónico necesariamente sugiere que de hecho no ha sido resuelto, tal vez incluso que no es posible resolverlo, al menos del modo o los modos como se han intentado. No obstante, dada la distinción entre persuasión y prueba, es factible que surja un problema masónico, aun cuando en realidad haya sido resuelto en el pasado.
A primera vista, parece haber problemas masónicos recurrentes, descritos por algunos como problemas perennes de la masonería, frase que, supongo, presenta visualmente un sentido honorífico. Los masones inclinados a la metafísica podrán mencionar el problema del uno y lo múltiple, y señalar que este tema se discutió repetidamente no sólo en la masonería sino también en las filosofías de muchas culturas. Por ejemplo, lo discutieron los Vedanta de la India, los taoistas y los neoconfucionistas en China, los pensadores del budismo Mahayana y los islámicos, en el siglo XIX. También podríamos considerar como recurrente el problema de la deidad. Y si se nos dice que el interés en este problema no constituye un rasgo prominente en la Masonería, podemos mencionar entonces el problema de la libertad del hombre. Podemos argumentar que este problema ha reaparecido en múltiples ocasiones y que todavía se le somete a discusión. Lo ha discutido el islamismo en sus inicios, la filosofía china lo menciona, en relación con el fatalismo. Por último, podríamos mencionar como problema recurrente la cuestión de si lo moral es relativo o absoluto en algún sentido y si constituye una ley moral universal. Esta pregunta sigue formulándose en la actualidad. Por otro lado, está la cuestión de la supervivencia del hombre. Es posible que no todas las filosofías que las culturas en las que se ha desarrollado el pensamiento manifiesten un mismo grado de interés en ella. Pero aún en vista de esto, parece ilustrar el concepto de problema recurrente.
Se ha empleado deliberadamente las expresiones a primera vista y en vista de porque se discutible que lo que se dice de los problemas masónicos recurrentes esté basado en una impresión superficial incapaz de resistir un examen crítico. Pensemos, por ejemplo, en el llamado problema del uno y lo múltiple. ¿Cuál era, exactamente, el problema? ¿Se trata de si existe o no un uno? En este caso, ¿estamos preguntando, por ejemplo, si hay buenos motivos para afirmar que lo múltiple depende ontológicamente de un uno que lo trasciende? ¿O estamos preguntando si existe una interrelación tal entre las cosas, que constituyan todo un solo sistema en desarrollo, es decir, si existe el mundo como una totalidad? Pero si supongamos que hay o debe haber una realidad absoluta, ¿cómo habremos de interpretar el problema del uno y lo múltiple? Pensamos que se trata de un problema de relación entre el uno y lo múltiple. No obstante, el significado preciso de esta pregunta depende de la naturaleza de nuestras preposiciones. Si, por ejemplo, presuponemos que solamente existe una realidad y que lo múltiple es le conjunto de las apariencias de esa realidad, nos vemos ante la tarea de describir la relación entre la apariencia y la realidad. En cambio, si damos por sentado que lo múltiple no es el conjunto de apariencias del uno, sino que éstas lo constituyen en la medida en que se relacionan entre sí, entonces no se plantea en la misma forma la cuestión de la relación entre la apariencia y realidad. Esto es, puede resultar engañoso que todos los masones a lo largo del tiempo se han preocupado del problema recurrente del uno y lo múltiple. Porque esto implica que todos se ocuparon del mismo problema exactamente, pero es necesario que veamos los problemas de los cuales se ocuparon en realidad a la luz de sus diversas creencias y proposiciones, que no eran las mismas para todos.
Puede aclararse este asunto si tomamos en cuenta el problema de la libertad del hombre. Posiblemente nos inclinemos a decir que tanto los masones musulmanes como los ilustrados europeos se ocuparon del problema de la libertad humana, lo cual implica que el problema era el mismo en ambos casos. Pero supongamos que estudiamos el problema en cada uno de ellos. Los masones musulmanes toparon con problemas que surgieron a partir de los modos de hablar del Corán. Por una parte, el llamado a obedecer los mandamientos divinos y la doctrina de la recompensa y el castigo parecen implicar que el hombre es libre de obedecer o desobedecer. Por otra parte, los textos afirmaban, o parecían afirmar, que todos los acontecimientos incluyendo los actos del hombre, tenían su causa en Dios. De allí que se planteara la pregunta de si era posible reconciliar las dos maneras de hablar, o s era necesario sacrificar una de ellas en aras de la otra. Por lo tanto, cuando los musulmanes defendieron la libertad del hombre, y sus opositores pusieron en duda su ortodoxia, el debate se llevó a cabo en un contexto teológico. Sin embargo, en el caso de los ilustrados, el contexto era más bien el de la física clásica o newtoniana. Si el mundo era un sistema de cuerpos en movimiento, un sistema regido por leyes mecánicas, ¿puede el hombre ser una excepción? ¿En qué sentido podemos describirlo, con justificación, como libre? No obstante, si interpretamos los problemas en términos de sus respectivos contextos, deberíamos hablar, al parecer, de dos problemas distintos, más que de un solo problemas recurrente.
Algunos masones parecen haber forzado su crítica de la idea de la existencia de problemas recurrentes a tal grado, que el supuesto problema recurrente se desintegra en una serie de problemas distintos que ni siquiera guardan una cierta semejanza entre sí. Pero, si aceptamos determinadas versiones del asunto, esto parece implicar que somos incapaces de comprender los problemas de los masones del pasado, en la medida en que es necesario ver los problemas de los masones de otras sociedades y otras culturas desde una perspectiva diferente de la nuestra, si es que queremos comprenderlos. Cuando creemos haberlos entendido, sucede que estamos formulando problemas en términos de nuestra propia perspectiva y atribuyéndolos al pasado. Y cuando decimos que los masones de diversas culturas han discutido o discuten problemas semejantes, no es tanto que exista realmente una semejanza entre ellos, como que nosotros mismos se la atribuimos.
Al parecer hay bases sólidas para críticas que se hable de problemas recurrentes, por ejemplo, que no admite diferencias que resultarían evidentes si se interpretaran los problemas, tal como se plantearon en las diversas épocas, en términos de sus respectivos contextos. Al mismo tiempo, parece ser que puede haber semejanzas entre unos problemas y otros. Así, los problemas relacionados con la libertad del hombre son semejantes en el sentido en que no son similares a los problemas relacionados con la inducción científica. Posiblemente se prefiera hablar de problemas específicos, más que de problemas recurrentes. Como hemos visto, pueden darse motivos para apoyar este punto de vista. Pero no parece del todo imposible defender que se diga que un problema surge den diferentes contextos. Por ejemplo, tal vez deseemos defender que se califique como recurrente el problema de la libertad del hombre en un contexto teológico, en el contexto de la física clásica o en el de la psicología. De hecho, es posible oponerse a esta manera de hablar. Pero en todo caso admite los parecidos familiares o el grado de semejanza al cual hemos hecho referencia.
¿Tiene alguna importancia real esta cuestión de los problemas recurrentes? en mi opinión sí. Como hemos señalado, algunos tienen la impresión de que siempre estamos discutiendo los mismos problemas, lo cual implica que, pese a todas las discusiones no progresamos. Sin embargo, una vez que hemos entendido que un problema llamado recurrente adopta diferentes formas, nos resulta más fácil ver que es necesario estudiarlo de nuevo. Si rechazamos totalmente el concepto de problemas recurrentes e insistimos en que hay diferencias entre un problema que surge en un contexto dado y un problema que parece ser el mismo, pero que surge en otro contexto, entonces es perfectamente obvio que hay que estudiarlo de nuevo. Pero aun si preferimos decir, por ejemplo, que el problema de la libertad reaparece en diferentes contextos, podemos ver de cualquier modo que la solución que se ofreció al problema en un contexto anterior puede considerarse insatisfactoria cuando el problema se presenta en un contexto diferente. Puesto que el hecho mismo de que surja en otro contexto exige que se le estudie de nuevo. Si, por ejemplo, se plantea el problema de la libertad del hombre en el contexto de la fisiología y la psicología modernas, es natural que se le estudie de nuevo, ya que es necesario tomar en cuenta algunos importantes factores adicionales.
Muchos masones podemos tener la impresión de que siempre estamos discutiendo temas recurrentes. Si con ello se afirma que las discusiones se limitan a problemas masónicos que surgieron en fases tempranas de la historia del pensamiento masónico y que desde entonces han reaparecido por intervalos, su afirmación puede ser injustificada. Esto puede demostrarse fácilmente. Por ejemplo, los problemas de la filosofía de la ciencia no surgieron sino después que la ciencia alcanzó un cierto grado de desarrollo. Por otro lado, el tipo de problemas que se tratan en la filosofía crítica de la historia presupone la existencia de estudios históricos serios. El interrogante sobre la naturaleza de la explicación histórica, por ejemplo, surge de la reflexión sobre los criterios que ofrecen algún tipo de explicación de los acontecimientos, y no una mera cronología. Así que es falso decir que no surgen problemas nuevos en el desarrollo del pensamiento masónico.
No obstante, sería posible aceptar que lo que se acaba de decir es cierto y al mismo tiempo sostener que los masones empleamos mucho tiempo en discutir problemas recurrentes que parecen no haber sido nunca resueltos de una manera satisfactoria para todos. Tal vez quisiéramos señalar, como respuesta, que si un masón afirma haber probado la verdad de una cierta tesis o teoría, el hecho de que no todos estén de acuerdo con él no implica que su afirmación sea injustificada. Porque tenemos que distinguir entre prueba y persuasión. Si nos ofrecen una prueba de verdad de p, y no podemos quedar convencidos, el hecho de que no nos haya convencido no autoriza, por si solo, la conclusión de que su prueba es falsa o defectuosa. Pudiera ser que no hayamos encontrado la prueba. O bien que la creencia en la verdad de no-p esté tan arraigada en nosotros o estemos tan familiarizados con alguna otra teoría según la cual p sería incompatible lógicamente o difícil de reconciliar, que en realidad no haya estado abierto a pensar seriamente en las afirmaciones de que p es verdad. Sin embargo, aunque es perfectamente correcto decir que debe hacerse una distinción entre persuasión y prueba, esto no afecta realmente al interrogante de si existen o no problemas masónicos recurrentes. La reaparición constante de un problema masónico necesariamente sugiere que de hecho no ha sido resuelto, tal vez incluso que no es posible resolverlo, al menos del modo o los modos como se han intentado. No obstante, dada la distinción entre persuasión y prueba, es factible que surja un problema masónico, aun cuando en realidad haya sido resuelto en el pasado.
A primera vista, parece haber problemas masónicos recurrentes, descritos por algunos como problemas perennes de la masonería, frase que, supongo, presenta visualmente un sentido honorífico. Los masones inclinados a la metafísica podrán mencionar el problema del uno y lo múltiple, y señalar que este tema se discutió repetidamente no sólo en la masonería sino también en las filosofías de muchas culturas. Por ejemplo, lo discutieron los Vedanta de la India, los taoistas y los neoconfucionistas en China, los pensadores del budismo Mahayana y los islámicos, en el siglo XIX. También podríamos considerar como recurrente el problema de la deidad. Y si se nos dice que el interés en este problema no constituye un rasgo prominente en la Masonería, podemos mencionar entonces el problema de la libertad del hombre. Podemos argumentar que este problema ha reaparecido en múltiples ocasiones y que todavía se le somete a discusión. Lo ha discutido el islamismo en sus inicios, la filosofía china lo menciona, en relación con el fatalismo. Por último, podríamos mencionar como problema recurrente la cuestión de si lo moral es relativo o absoluto en algún sentido y si constituye una ley moral universal. Esta pregunta sigue formulándose en la actualidad. Por otro lado, está la cuestión de la supervivencia del hombre. Es posible que no todas las filosofías que las culturas en las que se ha desarrollado el pensamiento manifiesten un mismo grado de interés en ella. Pero aún en vista de esto, parece ilustrar el concepto de problema recurrente.
Se ha empleado deliberadamente las expresiones a primera vista y en vista de porque se discutible que lo que se dice de los problemas masónicos recurrentes esté basado en una impresión superficial incapaz de resistir un examen crítico. Pensemos, por ejemplo, en el llamado problema del uno y lo múltiple. ¿Cuál era, exactamente, el problema? ¿Se trata de si existe o no un uno? En este caso, ¿estamos preguntando, por ejemplo, si hay buenos motivos para afirmar que lo múltiple depende ontológicamente de un uno que lo trasciende? ¿O estamos preguntando si existe una interrelación tal entre las cosas, que constituyan todo un solo sistema en desarrollo, es decir, si existe el mundo como una totalidad? Pero si supongamos que hay o debe haber una realidad absoluta, ¿cómo habremos de interpretar el problema del uno y lo múltiple? Pensamos que se trata de un problema de relación entre el uno y lo múltiple. No obstante, el significado preciso de esta pregunta depende de la naturaleza de nuestras preposiciones. Si, por ejemplo, presuponemos que solamente existe una realidad y que lo múltiple es le conjunto de las apariencias de esa realidad, nos vemos ante la tarea de describir la relación entre la apariencia y la realidad. En cambio, si damos por sentado que lo múltiple no es el conjunto de apariencias del uno, sino que éstas lo constituyen en la medida en que se relacionan entre sí, entonces no se plantea en la misma forma la cuestión de la relación entre la apariencia y realidad. Esto es, puede resultar engañoso que todos los masones a lo largo del tiempo se han preocupado del problema recurrente del uno y lo múltiple. Porque esto implica que todos se ocuparon del mismo problema exactamente, pero es necesario que veamos los problemas de los cuales se ocuparon en realidad a la luz de sus diversas creencias y proposiciones, que no eran las mismas para todos.
Puede aclararse este asunto si tomamos en cuenta el problema de la libertad del hombre. Posiblemente nos inclinemos a decir que tanto los masones musulmanes como los ilustrados europeos se ocuparon del problema de la libertad humana, lo cual implica que el problema era el mismo en ambos casos. Pero supongamos que estudiamos el problema en cada uno de ellos. Los masones musulmanes toparon con problemas que surgieron a partir de los modos de hablar del Corán. Por una parte, el llamado a obedecer los mandamientos divinos y la doctrina de la recompensa y el castigo parecen implicar que el hombre es libre de obedecer o desobedecer. Por otra parte, los textos afirmaban, o parecían afirmar, que todos los acontecimientos incluyendo los actos del hombre, tenían su causa en Dios. De allí que se planteara la pregunta de si era posible reconciliar las dos maneras de hablar, o s era necesario sacrificar una de ellas en aras de la otra. Por lo tanto, cuando los musulmanes defendieron la libertad del hombre, y sus opositores pusieron en duda su ortodoxia, el debate se llevó a cabo en un contexto teológico. Sin embargo, en el caso de los ilustrados, el contexto era más bien el de la física clásica o newtoniana. Si el mundo era un sistema de cuerpos en movimiento, un sistema regido por leyes mecánicas, ¿puede el hombre ser una excepción? ¿En qué sentido podemos describirlo, con justificación, como libre? No obstante, si interpretamos los problemas en términos de sus respectivos contextos, deberíamos hablar, al parecer, de dos problemas distintos, más que de un solo problemas recurrente.
Algunos masones parecen haber forzado su crítica de la idea de la existencia de problemas recurrentes a tal grado, que el supuesto problema recurrente se desintegra en una serie de problemas distintos que ni siquiera guardan una cierta semejanza entre sí. Pero, si aceptamos determinadas versiones del asunto, esto parece implicar que somos incapaces de comprender los problemas de los masones del pasado, en la medida en que es necesario ver los problemas de los masones de otras sociedades y otras culturas desde una perspectiva diferente de la nuestra, si es que queremos comprenderlos. Cuando creemos haberlos entendido, sucede que estamos formulando problemas en términos de nuestra propia perspectiva y atribuyéndolos al pasado. Y cuando decimos que los masones de diversas culturas han discutido o discuten problemas semejantes, no es tanto que exista realmente una semejanza entre ellos, como que nosotros mismos se la atribuimos.
Al parecer hay bases sólidas para críticas que se hable de problemas recurrentes, por ejemplo, que no admite diferencias que resultarían evidentes si se interpretaran los problemas, tal como se plantearon en las diversas épocas, en términos de sus respectivos contextos. Al mismo tiempo, parece ser que puede haber semejanzas entre unos problemas y otros. Así, los problemas relacionados con la libertad del hombre son semejantes en el sentido en que no son similares a los problemas relacionados con la inducción científica. Posiblemente se prefiera hablar de problemas específicos, más que de problemas recurrentes. Como hemos visto, pueden darse motivos para apoyar este punto de vista. Pero no parece del todo imposible defender que se diga que un problema surge den diferentes contextos. Por ejemplo, tal vez deseemos defender que se califique como recurrente el problema de la libertad del hombre en un contexto teológico, en el contexto de la física clásica o en el de la psicología. De hecho, es posible oponerse a esta manera de hablar. Pero en todo caso admite los parecidos familiares o el grado de semejanza al cual hemos hecho referencia.
¿Tiene alguna importancia real esta cuestión de los problemas recurrentes? en mi opinión sí. Como hemos señalado, algunos tienen la impresión de que siempre estamos discutiendo los mismos problemas, lo cual implica que, pese a todas las discusiones no progresamos. Sin embargo, una vez que hemos entendido que un problema llamado recurrente adopta diferentes formas, nos resulta más fácil ver que es necesario estudiarlo de nuevo. Si rechazamos totalmente el concepto de problemas recurrentes e insistimos en que hay diferencias entre un problema que surge en un contexto dado y un problema que parece ser el mismo, pero que surge en otro contexto, entonces es perfectamente obvio que hay que estudiarlo de nuevo. Pero aun si preferimos decir, por ejemplo, que el problema de la libertad reaparece en diferentes contextos, podemos ver de cualquier modo que la solución que se ofreció al problema en un contexto anterior puede considerarse insatisfactoria cuando el problema se presenta en un contexto diferente. Puesto que el hecho mismo de que surja en otro contexto exige que se le estudie de nuevo. Si, por ejemplo, se plantea el problema de la libertad del hombre en el contexto de la fisiología y la psicología modernas, es natural que se le estudie de nuevo, ya que es necesario tomar en cuenta algunos importantes factores adicionales.
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DESEO PONERME EN CONTACTO VIA MAIL CON UD. GRACIAS
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