Monday, June 25, 2007

CELULAS MADRES Y MEDICINA REGENERATIVA

En la entrega del mando que hizo Clinton a Bush Jr. En la Casa Blanca le indico tres misiones a proseguir:
1. Continuar la búsqueda de nuevas fuentes de energía, teniendo en cuenta que las reservas de hidrocarburos llegan a su máxima producción, aproximadamente, al 2010. Producto de ello se esta empleando la energía solar a través de paneles solares y se investiga el empleo de hidrogeno como fuente energética.
2. Buscar un nuevo mundo para vivir, teniendo en cuenta los cambios producidos y que afecta la vida útil de nuestro planeta Tierra.
3. Toda persona con coeficiente intelectual mayor de 150 años debe vivir más de 150 años. Lo que indica un nuevo proceso de selección de la especie humana, esta vez, dirigido por la misma especie humana. Establecer como se producirá esta es parte de este artículo. Esto genera investigación científica y tecnológica destinada a prolongar la vida, y que, una de sus opciones intentaremos presentar en este artículo. Lo que constituye un ejemplo de que “la utopía de hoy es la realidad de mañana”
Hace ya más de 30 años se puede cultivar células fuera de su organismo. Esto constituye la base para el desarrollo de una nueva rama de la medicina, la medicina regenerativa, que a su vez esta compuesta de dos grandes vertientes:
1. La ingeniería de tejidos, que permite que a partir de células y mediante manipulación física y química logra la transformación de las células en tejidos específicos, como las válvulas cardiacas, las cuales son empleadas en la terapia reemplazo, sin la presencia de rechazo o empleo de medicaciones suplementarias para prevenir complicaciones posteriores, como ocurre con las prótesis valvulares tradicionalmente empleadas.
2. Terapia celular, que tiene la misión de recolectar, preservar y emplear células primitivas en el reemplazo de tejidos afectados.
Los científicos consideran que estas células primitivas tienen el potencial de tratar un mundo de enfermedades, discapacitantes y heridas. Investigadores de diversos grupos han demostrado la habilidad de las células primitivas para curar animales diabéticos, por ejemplo.
Sangre de Cordón umbilical.
En un proceso relativamente sencillo se puede obtener hasta 180 ml de sangre de cordón umbilical, mejor cuando la placenta todavía esta en el útero. Limpiando el cordón con alcohol y yodo, dejamos que el yodo repose unos 30 segundos antes de que este acceso nos permita extraer sangre de la vena umbilical.
Una vez colectado, la bolsa de transporte es enviada al centro de criopreservación, donde pasando a través de varios niveles de seguridad de asepsia y antes que el producto sea procesado es limpiado y colocado en la campana de flujo laminar Luego se sigue una metodología que ha sido publicada según la metodología de Pablo Rubinstein, que fue publicada en 1995.
Esta utiliza lo que se llama almidón hidroxietil. Este almidón junta a las células rojas en el producto y las ayuda a sedimentarse. Esto requiere de una temperatura y humedad adecuada, pero se requiere monitoreo de cuenta de partículas así como de la presión atmosférica, esto es, se mantiene una presión positiva.
Se procesa en un sistema de bolsas triple, que incorpora bolsas de 150 ml, de 200 ml y una bolsa para la preservación criogénica. De este modo las células rojas quedan en el fondo del reservorio, encima de esta capa de células rojas quedan una capa gruesa que hemos enriquecido y que contiene las células primitivas y sobre ella esta el plasma.
De este reservorio se retira las dos capas superiores y luego se retira la capa de plasma. Así se obtiene un volumen para criopreservación. Ese es el producto final. Ahora se debe agregar el criopreservante, dimetilsulfolane. Es un re-agente que penetra en la célula y la cubre. La protege por medio de criopreservación.
Una vez logrado la separación de las células se realiza a contar el número total de células enucleadas. Este procedimiento se realiza fijándolas con un marcador llamado CD34. Por supuesto también se hace una identificación ABORh.
Por su puesto se evalúa la viabilidad de las cuando llegan como luego del procedimiento. Este consiste en pruebas para esterilidad. Esto requiere de un sistema de detección automática donde se incuba aproximadamente por 7 días a 37° Celsius.
Luego la muestra es colocada en bolsas de criopreservación, bolsa que tiene multicomportamientos. Consisten de porciones de 5 ml. Estos permiten hacer pruebas de seguridad, estabilidad, identidad, pureza, potencia, y cualquier otra prueba antes de su empleo.
Ahora el producto es congelado en el congelador de radio controlado donde se baja la temperatura del producto aproximadamente un grado por minuto, hasta llegar a menos 90° grados. Cuando llega a menos de 90° grados, el producto es transferido a una mesa de congelamiento y de aquí es transferido al lugar de almacenamiento.
Este lugar de almacenamiento tiene la característica de ser todo de cemento, además debe tener un tanque de nitrógeno líquido. Además de un generador de respaldo para seguridad. Definitivamente también se debe contar con monitoreo de vigilancia, detectores de movimiento y demás seguridades.
¿Cómo se detectaron estas células?
Estas células fueron descubiertas hace ya varios años en el Children’s Hospital de Boston, en el laboratorio de terapia celular e ingeniería de tejidos.
Los investigadores estuvieron trabajando con muchos tipos diferentes de células por varios años. Pero ninguna de las células con las que trabajaban eran óptimas para las propiedades que necesitaban para medicina regenerativa. Y de esta manera siguieron trabajando y encontraron un número de células sean embrionarias, células de médula ósea de adulto y se propusieron establecer si algunas de estas células podrían ser óptimas para trabajar con en medicina regenerativa.
Así que cuando se empezó a trabajar y ver los efectos, se trabajo con placenta, de donde se obtuvieron muchos tipos celulares que existen en la placenta, que permitió regresar varias veces a un tipo especial de células que tenían propiedades muy interesantes. Mientras más se cultivaban, y más se analizaban, más se pensaban que se encontraron las células óptimas.
Para poner esto en contexto y entender porque es tan importante este descubrimiento, que ayuda a establecer el trasfondo descrito de las diferencias entre diversas células primitivas es necesario detenernos y establecer hasta tres dimensiones diferentes y que resultan indispensables entenderlas para determinar la trascendencia de lo estudiado.
La habilidad pluripotencial es la habilidad de una célula a diferenciar o convertirse en otro tipo de tejidos de un organismo viviente. Esto es muy importante para la medicina regenerativa, por que si se esta tratando de, por ejemplo, enfermedades cardiacas, no se puede penetrar y hacer una biopsia de corazón para tomar una muestra y establecer una terapia. Seria muy riesgoso. Lo mismo es valido para muchos otros tipos de células que se pudiera desear. Así que tener una célula que pueda convertirse en otros tipos de células es muy importante para la medicina preventiva. Pueden convertirse en cualquier tejido del cuerpo humano. Para eso están diseñadas y programas por la naturaleza.
Potencial proliferativo, que es definido por la mayor o menor facilidad para hacer que una célula en particular crezca en cultivo. De las células con capacidad pluripotencial no todas tienen igual grado de proliferación. Lo que constituye una limitación para el proceso de medicina regenerativa.
Seguridad manifestado por el requerimiento de un procedimiento invasivo para poder obtenerlas, como ejemplo de médula ósea, o como sabemos que hay células madres en el cerebro. Estas son tal vez células valiosas, pero requieren procedimientos invasivos para obtenerse. Y, al mismo tiempo, administrarlas al paciente trae a colación otras cuestiones de seguridad. Así, sui las células tiene una gran capacidad de reproducción pueden formar teratomas o formar cáncer si se colocan en un organismo vivo.

Hasta aquí se pueden distinguir tres grupos de células, pero empleando los criterios antes mencionados es necesario evaluar sus diferencias.
Las Células madres embrionarias son pluripotenciales, pueden convertirse en cualquier tejido del cuerpo humano, total para eso están diseñadas y programadas por la naturaleza, pero en muchas maneras, son muy pluripotenciales, muy ansiosas de convertirse en otros tipos de células, cuando están en cultivo a menudo se diferencian espontáneamente en una mase de tejido. Es muy difícil controlar la diferenciación de estas células.
Por su lado las células madre de adulto, denominadas así a las células obtenidas de médula ósea de adulto o de la sangre de cordón umbilical son menos pluripotenciales porque ya tienen grado de diferenciación, por ello son posibles de marcar con CD34. Son mayoritariamente empleadas en enfermedades de la médula ósea. Son mucho más difíciles en cultivos para causar que se conviertan en otro tipo de célula. Por ejemplo, las células madres hematopoyéticas, el ingrediente activo de la sangre de cordón umbilical, en realidad está programadas por la naturaleza para convertirse en glóbulos rojos, glóbulos blancos o plaquetas. Pero si requiere terapia para otra indicación fuera de la sangré o del sistema inmunológico, las células madres hematopoyéticas son más difíciles de trabajar. Así que la habilidad pluripotencial es un aspecto muy importante de los tipos de células.
Las células embrionarias son altamente proliferativas, están programas por la naturaleza para multiplicarse muy rápido. Pero por estas mismas razones muy difíciles de trabajar. Son tan proliferativas que se vuelven poco estables en el cultivo. Por su lado las células madre adultas pueden ser muy difíciles de cultivas. La sangre de cordón umbilical, por ejemplo, ha sido muy difícil de expandir en cultivo. Ha sido investigada, algunos grupos han hecho progreso. Pero aún así una unidad de sangre de cordón es suficiente para dar tratamiento a un paciente, hoy en día.
Imaginando, un poco el futuro, en un mundo en donde la medicina regenerativa puede curar una gama de enfermedades, pueden imaginarse un padre o un paciente tratando de regresar y tener acceso múltiple a sus células madre. Así que las diferencias entre las dos células es importante tener en cuenta.
La seguridad es otro aspecto importante, pues las células madre de adulto requieren de un procedimiento invasivo para poder obtenerse. Como es la médula ósea, y hoy se sabe que estas células son encontradas en cualquier tejido del cuerpo humano, inclusive en el cerebro. Estas sean las células más valiosas, pero al requerir procedimientos invasivos para obtenerlas o administrarlas al paciente trae otros aspectos de seguridad que hay que tener en cuenta. Las células embrionarias, por su lado, tienen la capacidad de formar teratomas o cáncer cuando se colocan en un organismo vivo.
Pero existen un tercer tipo de células madres obtenidas de la placenta, que conservando la capacidad pluripotencial, al menos en ratones no forman teratomas. Así que son más seguras que las células madres embrionarias en este sentido. Es decir, son menos salvajes que las células embrionarias en este aspecto. Lo que constituye una ventaja inmensa para medicina regenerativa.
Pero las células madres placentarias al ser analizadas en su capacidad de formar tipos de tejidos se encuentra que puede desarrollar tejidos de cada una de las tres áreas dermales de desarrollo.
Además las células madres placentarias son altamente proliferativas. Esta descrito que duplican su población cada 36 horas. Si se proyecta esto y hacemos números, puede empezar con una muestra de células del tamaño de un grano de arena en el primer día, y luego de seis meses, duplicando cada 36 horas, se tendría suficientes células para llenar una esfera del tamaño de la tierra si no se perdiera ninguna en el trayecto. Lo importante es que se mantiene su habilidad pluripotencial, manteniéndose estable y sin formar cáncer. Por lo que se puede decir que son seguras y se obtienen inofensivamente de tejido que de otra manera es desechado. Adicionalmente no son controversiales. No hay daño a la madre ni al hijo en el proceso. Finalmente, es la habilidad terapéutica de estas células de las que se habla en este momento.
Ante estos hechos el horizonte es fascinante. Pero surge la interrogante, si ante este hecho científico, ¿todavía es útil la recolección de la sangre de cordón umbilical? En realidad la utilidad de la sangre de cordón umbilical esta perfectamente establecido, los transplantes de médula ósea tienen más de 35 años de antigüedad. La sangre de cordón umbilical ha sido usada como una fuentes de células madres desde fines de los 80’s. De hecho, más de 70 enfermedades se han beneficiado de las células madres que se cultivan de la sangre del cordón umbilical o de sangre periférica. Sin embargo, es necesario enfatizar que estas aplicaciones están limitadas a las enfermedades de la médula ósea. Entre estos, síndromes de fallas de médula ósea, desordenes de la sangre, metabólicos e inmunológicos. Así que los tipos de células que se encuentran en la sangre del cordón son en su mayoría hematopoyéticas por naturaleza. Obtener su capacidad proliferativa ha sido difícil. Pero hoy la sangre de cordón umbilical tiene unas aplicaciones interesantes, como son las reparaciones cardiacas posteriores a infarto de miocardio y enfermedades neuro-degenerativas como el Alzheimer y el Parkinson, y de hecho, en lesiones de la médula espinal. Así que la sangre de cordón umbilical es una terapia comprobada.
Pero cuando vemos los potenciales terapéuticos de las células madres placentarias y se inicie su recolección rutinaria, la gama de enfermedades que se pueden controlar indica que la placenta no solo posee progenitor hematopoyético sino células que tienen la habilidad de diferenciarse, por ejemplo en tejido pancreático o músculo miocárdico. Estamos viendo células que pueden convertirse en nervio, en hueso, en hepatocito. Esto implica el potencial de usarlas en el tratamiento de diabetes. Imaginemos su potencial uso en enfermedades cardiovasculares o del hígado. Esto son enfermedades que afectan a una mayor proporción de la población. En la actualidad estos usos terapéuticos no están reducidos a la práctica. El potencia de estas células ofrecen es algo que debe impulsarnos a establecerlo como forma terapéutica en el Perú.
Las células madres placentarias se obtienen por un procedimiento que se inicia por la recolección del tamaño indicado de tejido placentario, que es más o menos de 7 a 8 cm. alrededor de donde se implanta el cordón umbilical. Luego tiene que asegurarse de trasladar con la mayor seguridad posible, manteniéndolo alimentado con el mismo criopreservante y asegurarse que el medio de transporte este bien frío.
Al llegar al laboratorio se extrae la membrana materna porque solamente se desea procesar el tejido fetal. También se extrae el tejido fibroso y luego pasa a l proceso de descontaminación.
Luego se procede a la degradación mecánica, esto es, empleando una campana de flujo laminar el tejido es colocado en placa de Petri donde se corta en cuadrados de menos de un centímetro cuadrado. Esta parte del tejido sea desagregadazo mas adelante sobre un filtro estéril, la que es colocado sobre un tubo estéril cónico y se procede al lavado a fin de liberar las células al mismo tiempo que permite obtener una suspensión de células.
Una vez preparados, las células forman una muestra de pre-procesamiento antes de la criopreservación. Esto se realiza por medio de un contador celular automatizado. Igualmente se procede a observar la esterilidad de la muestra, esto mediante inoculación en medios de cultivo y colocado en una sistema de monitoreo bacteriológico. El cultivo será almacenado por 14 días a 37° C.
También las células serán probadas por citometría de flujo. Las células serán congeladas similarmente que la sangre de cordón umbilical en un congelador de tiempo congelado, el cual lo congela a una temperatura de menos de 90° grados. Luego es llevado a las congeladoras de almacenamiento de largo plazo. En ella se esta evaluado la viabilidad de las células. La viabilidad se realiza por empleo de un tinte llamado 7-AAD que se interpola en el ADN si no es viable. Si no hay tinción, la célula esta viable y procede a comenzar el proceso de criopreservación.
Mientras el potencial de la sangre de cordón umbilical se expande a enfermedades extramedulares por el empleo de técnicas físico-químicas, el potencial de las células madres placentarias es mucho mayor al no ser células CD34, y por ello el panorama terapéutico es promisorio, al menos hasta que se establezca otras formas de terapia, como la genómica, ahora que se tiene lectura completa del código genético humano. Por ahora se esta desarrollando una serie de modelos inmunológicos con resultados adecuados.
Referencias Bibliográficas.
Strategic Research Institute 5th Stem Cell & Regenerative Medicine, October 2005 Pittsburgh PA.
Strategic Research Institute 6th Stem Cell & Regenerative Medicine, October 2006 Pittsburgh PA.
European Stem Cells & Regenerative Medicine Congress London, United Kingdom June 2006.
Committee on the Biological and Biomedical Applications of Stem Cell Research, Commission on Life Sciences, National Research Council, Board on Neuroscience and Behavioral Health, Institute of Medicine. Stem Cells and the future of Regenerative Medicine 2002.

Monday, June 18, 2007

SER Y SUS DIMENSIONES ESPACIO-TIEMPO.

Un breve pasaje sobre el concepto filosófico del ser, extraído de la obra de Erich Fromm titulada "TENER Y SER" dice:
"La discusión del concepto de “ser” resulta más complicada, porque "ser" ha sido tema de miles de libros filosóficos, y "¿qué es ser?" ha sido una de las preguntas críticas de la filosofía occidental. El concepto de ser se tratará aquí desde el punto de vista antropológico y psicológico, pero la discusión filosófica, desde luego, también se relaciona con el problema antropológico.
Como hasta una breve presentación del desarrollo del concepto de ser en la historia de la filosofía, desde los presocráticos hasta la filosofía moderna, rebasa los límites de este ensayo, sólo mencionaré un punto crítico: el concepto de Proceso, actividad y movimiento como elemento de ser. Como ha señalado George Sirnmel, la idea de ser implica un cambio, significa devenir, y tiene sus dos representantes más grandes y más firmes en el inicio y en el cenit de la filosofía occidental: en Heráclito y en Hegel.
Afirmar que "ser" constituye una sustancia permanente, intemporal e inmutable, y que es lo opuesto a devenir, como lo expresaron Parménides, Platón y los escolásticos "realistas", sólo tiene sentido basándose en la noción idealista de que el pensamiento (idea) es la realidad última. Si la idea de amar (en el sentido platónico) es más real que la experiencia de amar, se puede decir que el amor como idea es permanente e inmutable; pero cuando nos basamos en la realidad de los seres humanos que existen, aman, odian y sufren, entonces no existe un ser que al mismo tiempo no se transforme y cambie. Las estructuras vivas sólo pueden existir si se transforman y cambian. El cambio y el desarrollo son cualidades inherentes al proceso vital.
El radical concepto de la vida de Hegel y Heraclito como proceso y no como sustancia tiene un paralelo en el mundo oriental, en la filosofía de Buda. No hay lugar en el pensamiento budista para el concepto de sustancia permanente y durable, ni para las cosas ni para el yo. Nada es real, sino los procesos. El pensamiento científico contemporáneo ha producido un renacimiento de los conceptos filosóficos del pensamiento del proceso al descubrirlos y aplicarlos a las ciencias naturales. "
La propuesta planteada, permite esclarecer si el ser es un ente terminado o por terminar. Si es un elemento terminado desde que esta presente en el universo, origina que ya tiene una función definida, es más, su función esta definida por su estructura que le fue asignada, lo que origina que no tenga posibilidades de dejar de ser lo que es para llegar a ser lo que aún no es.
Sin embargo, esta concepción mecanicista en que solo se observar el objeto creado, cuando se modifica por la concepción que relaciona al objeto creado y el creador, se puede obtener una nueva concepción. En el proceso de creación hay etapas, y estas etapas están determinadas por una extensión de espacio y un determinado tiempo. Cuando esta extensión y temporalidad se amplían se puede observar nuevos procesos que en las anteriores delimitaciones espacio-tiempo no se evidenciaban. En esta nueva dimensión espacio-tiempo, lo que parece un "ser" terminado se puede constatar que dicho "ser" es parte de un proceso, que al pasar por varias etapas de diferenciación, nos permite conceptuar que el “ser" tiene un devenir pasando de lo que es a lo que no es.
Si ampliamos más nuestra percepción espacio-tiempo podremos ver que el mismo "ser" sufrirá su total extinción porque su nacimiento, vida y muerte, quedan totalmente incluidos en una unidad dimensional mayor a toda su "ser". Lo que nos permite definir que lo establecido como "ser" queda delimitado por la dimensión espacio-tiempo que empleamos en el establecimiento del "ser".
Esto misma constatación se puede ver en el sentido inverso, si reducimos la dimensión espacio-tiempo podemos constatar que el "ser" no existe, porque lo que podemos percibir son los "seres" que en su devenir permitirán desde el nacimiento hasta su extinción de nuestro "ser". Lo que nos permite evidenciar, una vez más, que la dimensión espacio-tiempo establecen la inmutabilidad del "ser" y su devenir. En una dimensión el ser puede parecer inmutable mientras que en otra dimensión mutable.
Si tenemos en cuenta estas paradojas de las dimensiones tomadas para el establecimiento del "ser", de su "devenir" y de la misma inmutabilidad, podremos constatar que la inmutabilidad puede cambiar en su definición pasando desde lo perpetuo hasta lo cambiante. Desde lo inmodificable hasta lo modificable, desde lo permanente hasta lo transformable. Luego en nuestra orden masónica podemos tener ambas percepciones, desde la inmutabilidad de nuestra orden hasta la mutabilidad de nuestra orden masónica.
Filosóficamente esto es diferenciado como la teoría creacionista y la teoría evolucionista, y durante mucho tiempo se han enfrentado buscando privilegiar alguna de ellas, cuando lo que se busca es el privilegiar una determinada dimensión espacio-temporal.
Ontológicamente genera la eternidad del ser y la transmutación del ser, lo que revela que el problema esta en la dimensión espacio-tiempo que empleamos en la observación. Esto implica que los límites de nuestras dimensiones espacio-tiempo nos permite tener diferentes definiciones del "ser", de devenir y de hasta su historia. En una dimensión espacio-tiempo tan pequeña, podría no lograr que se visualice la existencia de una historia, en una dimensión espacio-tiempo mayor podría percibirse que hay ciclos "aparentemente" repetitivos, pero en una dimensión espacio-tiempo mucho mayor se puede visualizar no solo "aparentes" repeticiones históricas, sino se puede visualizar la existencia de que la historia no es repetitiva, que es progresivamente lineal.
Para lograr tener visualización de las implicancias de las dimensiones espacio-tiempo, el hombre ha tenido que liberarse de sus preceptos unidimensionales lo que le ha permitido llegar a reconocer que construye su mundo gracias al conocimiento de su historia. La historia, en la dimensión espacio-tiempo pertinente, nos ha permitido constatar que todo es progresivamente transmutable, con lo que hemos llegado a conceptuar que podemos llegar a transmutar desde lo que somos a lo que seremos. Los creacionistas rechazan que el ser puede transmutar más allá para lo que fue creado, pueda progresar hacia algo que no ha sido definido en la creación.
Hoy la ciencia nos demuestra que las dimensiones espacio-tiempo son apenas 4 de las -hasta ahora- 11 dimensiones encontradas, lo que complica nuestra delimitación de las dimensiones y frente a lo cual el "ser" puede tener más de una definición, ligada o desligada de su devenir y con diversas historias.
Si esto es así, nuestra definición de conocimiento también queda por redefinir, lo que conocemos esta determinado por los procesos que nos permite conocer o es un espejismo dependiente de nuestras dimensiones. Los griegos indicaron que solo lo inmutable puede ser conocido, los mecanicista creacionista establecieron que lo inmutable es lo que permite la construcción del todo, con lo que inferían que lo mutable no es conocimiento y no constituye parte de lo necesario para la construcción del todo. Pero los evolucionistas progresistas admiten que lo cambiante puede ser conocido debido a que no hay nada inmutable, porque lo mutable es el constituyente del todo.
Así que nuestra definición de conocimiento definida como todo aquello que es verificable implicaría asociación necesaria y suficiente con una unidad dimensional especifica espacio-tiempo; ya que fuera de ella, no podrá ser verificable y con ello dejará de ser conocimiento. Si definimos conocimiento como lo que resiste los cuestionamientos, bastaría con cambiar de dimensión espacio-tiempo para hacer que el conocimiento sea cuestionable. Estas dos definiciones de conocimiento parten de la inmutabilidad de la dimensión espacio-tiempo, pero si aceptamos que la dimensión espacio-tiempo es mutable, podremos definir conocimiento como aquello dependiente de la dimensión espacio-tiempo y por ello relativo.
Esto tendría implicancia para la misma orden masónica, porque lo que define esta determinado por la dimensión espacio-tiempo establecida. La verdad queda determinada por sus variables iniciales. Según la teoría del caos, el devenir -entendido como resultados- queda determinado por las variables iniciales -donde se incluye las dimensiones espacio-tiempo- así como los atractores y los fractales que se repiten en cada dimensión incluida. Esto permite aceptar o rechazar cualquier conocimiento. Lo que, en razón de la constatación, incluye a la orden masónica, si es que la vemos como cúmulo de conocimientos. Pero si a nuestra orden masónica la aceptamos como cúmulo de dimensiones espacio-tiempo tendrá vigencia. No debemos confundir conocimiento con dimensiones, con lo que nuestra orden masónica dejará de ser cúmulo de conocimientos y pasará a ser cúmulo de dimensiones, con lo que tendrá plena vigencia.

LA LEYENDA DE HIRAM EN LA GLOBALIZACÓN.

De las múltiples interpretaciones que la leyenda de Hiram representaría, podría plantear que la construcción del Templo de Jerusalén representa el intento de lograr la unidad a partir del fraccionamiento, que a su vez, fue la consecuencia de la partición de una unidad previa. Pero el boicot en la fundición del Mar de Bronce dirigido por Hiram, por los compañeros representaría el condicionamiento de una de las fracciones a interrumpir la concreción de la unidad establecida como meta, si no hay, añadido, beneficio personal. En la leyenda, los deseos de Salomón para con la reina de Sabá. Lo que implica que el ser humano a lo largo del tiempo, muchas veces, hace algo para un aparente fin que en realidad no es más que un medio para otro fin oculto. En la leyenda, Salomón edifica el Templo en nombre de Jehová, pero esto en realidad era, adicionalmente, para ganar la gracia de la reina de Sabá. Estas intenciones ocultas de Salomón no eran conocidos por Hiram rey de Tiro, ni por el maestro Hiram Abif, ni por los compañeros ni aprendices dirigidos por el maestro Hiram.
La globalización puede ser percibida como el intento de construir un nuevo templo de Jerusalén, y los que no están dispuestos a continuar con la concreción de la globalización podrían ser vistos como los compañeros que boicotearon a Hiram. Los compañeros no sabían para que se edificara el Templo, y por ello, equipararon su interés de servir a Salomón con el interés de Salomón de conquistar el favor de la reina de Sabá. Con ello interrumpieron la construcción del mar de bronce pero aún así Salomón no logro los favores de la reina de Sabá.
A comienzo de la década de 1990, se presumía que la globalización sería la ola del futuro. Diversos documentos de pensadores globalistas, entre ellos Kenichi Ohmae y Robert Reich celebraban el advenimiento del surgimiento del llamado mundo sin fronteras. El proceso por el cual las economías nacionales relativamente autónomas se transformarían en una economía global única funcionalmente integrada era pregonado como irreversible.
Y aquellos que se oponían a la globalización fueron descartados con desprecio como una encarnación moderna de los ludistas que destruían las máquinas durante la Revolución Industrial.
Quince años después, a pesar de las marcas de productos que se consumen en todo el mundo y el aprovisionamiento externo, lo que se entiende por economía internacional sigue siendo una colección de economías nacionales. Estas economías son interdependientes, sin lugar a dudas, pero los factores domésticos determinan todavía en gran medida su dinámica. La globalización, en realidad, ha alcanzado su nivel más alto y comienza a retroceder.

Predicciones brillantes, resultados decepcionantes

Durante el apogeo de la globalización se nos dijo que las políticas de Estado ya no importaban y que las grandes compañías pronto dejarían pequeños a los Estados. En realidad, los Estados todavía importan. La Unión Europea, el gobierno estadounidense y el Estado chino, son actores económicos más fuertes hoy que hace una década. En China por ejemplo, las empresas transnacionales marchan al son que toca el Estado y no a la inversa.
Es más, las políticas de Estado que interfieren con el mercado para desarrollar estructuras industriales o proteger el empleo todavía hacen la diferencia. De hecho, a lo largo de los últimos diez años, las políticas de gobiernos intervencionistas han marcado la diferencia entre el desarrollo y el subdesarrollo, la prosperidad y la pobreza. La imposición de controles al capital en Malasia durante la crisis asiática entre 1997-98 evitó que este país sufriera un proceso traumático como el de Tailandia o Indonesia. Los controles estrictos al capital también protegieron y aislaron a China del colapso económico que devoró a sus vecinos.
Hace quince años nos dijeron que esperáramos el surgimiento de una elite capitalista transnacional que manejaría la economía mundial. Ciertamente, la globalización se transformó en la "gran estrategia" de la administración Clinton, que avizoraba a la elite estadounidense primera entre pares en una coalición mundial liderando el camino hacia un nuevo y benigno orden mundial. Una especie de Rey Salomón moderno. Ese proyecto está hoy hecho trizas. Durante el reinado de George W. Bush, la facción nacionalista ha superado ampliamente a la facción transnacional de la elite económica. Los Estados de corte nacionalista están hoy compitiendo duramente unos contra otros, buscando que su propia economía se imponga sobre las otras. Una especie de compañeros peleando entre ellos.
Hace una década nacía la Organización Mundial del Comercio (OMC), sumándose al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) como uno de los pilares del sistema de gobierno de la economía internacional en la era de la globalización. Como si fueran los tres Grandes Maestros que se conjugaron para concretar la construcción del Templo de Jerusalén. Con aire triunfalista, los funcionarios de los tres organismos se reunieron en Singapur durante la primera reunión ministerial de la OMC en diciembre de 1996, y definieron la tarea pendiente del "gobierno mundial" como el logro de la "coherencia" – es decir, la coordinación de las políticas neoliberales de las tres instituciones para asegurar la integración tecnocrática de la economía mundial, sin sobresaltos. Tal como lo hicieran en su momento Salomón, Hiram de Tiro y el maestro Hiram Abif.
Pero ahora Sebastián Mallaby, el influyente comentarista pro-globalización del Washington Post, se queja de que "la liberalización del comercio se ha estancado, la cooperación para el desarrollo es menos coherente de lo que debería ser, y la próxima conflagración financiera será atendida por un bombero herido". En realidad, la situación es peor aún de como él la describe. El FMI está prácticamente difunto. Conscientes de que el Fondo precipitó y empeoró la crisis financiera asiática, más y más países en desarrollo se niegan a pedir prestado del Fondo o están pagando por adelantado, a la vez que algunos declaran su intención de no volver a pedirle al Fondo nunca más. Entre estos países se incluyen Tailandia, Indonesia, Brasil y Argentina. Como el presupuesto del Fondo depende en gran medida del pago de las amortizaciones de la deuda de estos grandes prestatarios, este boicot se traduce en lo que un experto describe como "una reducción inmensa del presupuesto del organismo". En este sentido, Tailandia, Indonesia, Brasil y Argentina serían como los compañeros que boicotearon el fundido del Mar de Bronce con la intención de hacer quedar mal a Hiram ante los ojos de la reina de Sabá.
El Banco Mundial parece gozar de mejor salud que el Fondo. Pero habiendo tenido un papel central en la debacle provocada por las políticas de ajuste estructural que dejó a la mayoría de los países en desarrollo y las economías en transición que las implementaron, con mayor pobreza, más desigualdades y en estado de recesión, también el Banco atraviesa una crisis de legitimidad. Para agravar las cosas, un panel de expertos oficiales de alto nivel encabezado por el ex economista en jefe del FMI, Kenneth Rogoff, descubrió recientemente que el Banco ha manipulado sistemáticamente sus datos para hacer prevalecer su posición pro-globalización y ocultar los efectos adversos de la globalización. Esto representaría la posición de Salomón que segado por los celos, al saber que la reina de Sabá prefería al maestro Hiram, se mostraba afanoso por mostrar a la reina de Sabá sus dotes.
Pero donde la crisis del multilateralismo es quizá más aguda es en la OMC. En el mes de julio pasado, la Ronda de negociaciones de Doha para una mayor liberalización del comercio llegó a su fin abruptamente cuando las conversaciones entre el llamado Grupo de los Seis se rompieron agriamente a raíz de la negativa de Estados Unidos a recortar sus enormes subsidios a la agricultura. El economista pro-libre comercio estadounidense Fred Bergsten comparó una vez a la liberalización del comercio y la OMC con una bicicleta: se cae si no avanza. El colapso de la organización que uno de sus directores generales describió una vez como la "joya en la corona del multilateralismo" podría estar más cerca de lo que parece. Lo que implicaría desacuerdos de Hiram de Tiro, que proporciona los medios materiales para la concreción del Templo posmoderno, la globalización.

Porqué se estancó la globalización

¿Por qué se vino a pique la globalización? Primero que nada, se exageró el alcance de la globalización. El grueso de la producción y las ventas de la mayoría de las transnacionales sigue teniendo lugar dentro de su país o región de origen. Existe solamente un puñado de compañías verdaderamente globales cuya producción y ventas están relativamente dispersas por igual en distintas regiones.
En segundo lugar, en vez de haber forjado una respuesta común y cooperativa ante la crisis mundial de sobreproducción, estancamiento y ruina ambiental, las elites capitalistas nacionales han competido entre sí para lograr esquivar el peso del ajuste. La administración Bush, por ejemplo, ha promovido una política de un dólar débil como forma de fomentar la recuperación y crecimiento de la economía estadounidense a costa de Europa y Japón. También se ha negado a firmar el Protocolo de Kioto para lograr que Europa y Japón deban absorber los mayores costos del ajuste ambiental mundial, y conseguir de esta forma que la industria estadounidense resulte comparativamente más competitiva. Si bien la cooperación puede ser la opción estratégica racional desde el punto de vista del sistema capitalista mundial, los intereses capitalistas nacionales están preocupados fundamentalmente en no perder frente a sus rivales en el corto plazo.
Un tercer factor ha sido el efecto corrosivo del doble discurso desplegado descaradamente por la potencia hegemónica, Estados Unidos. Aun cuando la administración Clinton sí intentó encaminar a Estados Unidos hacia el libre comercio, la administración Bush, por el contrario, ha predicado hipócritamente el libre comercio y al mismo tiempo practica el proteccionismo. Por cierto, la política comercial de la administración Bush parece ser libre comercio para el resto del mundo y proteccionismo para Estados Unidos. Un doble discurso que es la manifestación de la hipocresía del compañero que empleo Salomón para afectar a Hiram ante la reina de Sabá.
En cuarto lugar, ha habido una gran distancia entre la promesa de la globalización y el libre comercio y los resultados efectivos de las políticas neoliberales, que han sido más pobreza, desigualdades y recesión. Uno de los pocos lugares donde ha habido una disminución de la pobreza en los últimos 15 años es China. Pero fueron las políticas intervencionistas del Estado que controló las fuerzas del mercado, y no las prescripciones neoliberales, las responsables de haber sacado de la pobreza a 120 millones de chinos. Por otra parte, los defensores de la eliminación de los controles de capital han tenido que enfrentar el colapso real de las economías que adoptaron esta política a raja tabla. La globalización del sector financiero tuvo lugar mucho más rápido que la globalización de la producción. Pero demostró ser la avanzada no de la prosperidad sino del caos. La crisis financiera asiática y el colapso de la economía argentina, que afectaron a dos de los practicantes más doctrinarios de la liberalización de las cuentas de capital, constituyeron dos hitos decisivos en la revuelta de la realidad contra la teoría. La aplicación doctrinaria de la liberación representaría o la ignorancia del compañero.
Otro factor que contribuye al quiebre del proyecto globalista deriva de su obsesión por el crecimiento económico. Por cierto, el crecimiento infinito es la médula de la globalización, el resorte central de su legitimidad. Si bien un informe reciente del Banco Mundial continúa –contra toda lógica—exaltando el crecimiento rápido como la clave para la expansión de la clase media en el mundo, el calentamiento global, el agotamiento inexorable del petróleo barato (peak oil) y otros eventos ambientales hacen que la población comience a tener claro que el ritmo y los patrones de crecimiento que acompañan a la globalización son una prescripción a toda prueba para alcanzar un Armagedón ecológico. La obsesión por el crecimiento económico representaría la ambición del compañero, el más peligroso para causar la muerte del maestro Hiram, que en este caso sería el planeta Tierra.
El último factor, que no debe subestimarse, es la resistencia popular a la globalización. Las batallas de Seattle en 1999, Praga en 2000 y Génova en 2001; la marcha masiva contra la Guerra realizada en todo el mundo el 15 de febrero de 2003, cuando el movimiento anti-globalización se presentó como el movimiento mundial contra la guerra, el fracaso de la reunión ministerial de la OMC en Cancún en 2003 y el casi fracaso de Hong Kong en 2005; el rechazo de los pueblos de Francia y Holanda a la Constitución Europea favorable a la globalización neoliberal en 2005 –fueron todos ellos encrucijadas claves de la lucha mundial de toda una década que ha hecho retroceder al proyecto neoliberal. Pero estos eventos de alto perfil no han sido más que la punta del iceberg, la suma de multitud de luchas contra el neoliberalismo y la globalización en miles de comunidades en todo el mundo, en las que han participado millones de campesinos, trabajadores, estudiantes, pueblos indígenas y muchos sectores de la clase media. Lo que podría decirse que representan los que se oponen a la construcción del Templo de Jerusalén, aunque para que ellos vivan mejor es que se construye el Templo.

Postrada pero no vencida

Si bien la globalización puede estar postrada, aún no ha sido vencida. A pesar del descrédito, muchas políticas neoliberales continúan aplicándose en muchas economías ante la falta de alternativas creíbles a los ojos de los tecnócratas. Ante el panorama de estancamiento en la OMC, las grandes potencias comerciales están haciendo hincapié en los tratados de libre comercio (TLC) y los acuerdos de asociación económica con los países en desarrollo. Estos tratados y acuerdos son de muchas maneras más peligrosos que las negociaciones multilaterales de la OMC, ya que a menudo exigen mayores concesiones en términos de acceso a los mercados y una aplicación más estricta de los derechos de propiedad intelectual.
Sin embargo, ya no todo es tan fácil para las grandes empresas y las potencias comerciales. Los neoliberales doctrinarios están siendo relevados de cargos importantes, dando paso a tecnócratas pragmáticos que a menudo subvierten las políticas neoliberales en la práctica, presionados por los movimientos populares. En el caso de los TLC, el Sur global está comenzando a darse cuenta de los peligros que implican y comienza a oponerles resistencia. Gobiernos clave de América del Sur, bajo la presión de sus ciudadanos, descarrilaron el Acuerdo de Libre Comercio de las América (ALCA) –el gran plan de George W. Bush para el continente americano— durante la conferencia de Mar del Plata en noviembre de 2005.
Asimismo, una de las razones por las cuales mucha gente resistió al Primer Ministro Thaksin Shinawatra en los meses que precedieron al reciente golpe de Estado en Tailandia fue su afán por concluir un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Por cierto, en enero de este año cerca de 10.000 manifestantes intentaron tomar por asalto el edificio de Chiang Mai, en Tailandia, donde funcionarios de los gobiernos de Estados Unidos y Tailandia negociaban el tratado. El gobierno que sucedió a Thaksin ha suspendido la negociación del TLC entre Estados Unidos y Tailandia, y el éxito de los tailandeses ha inspirado a los movimientos que en todas partes del mundo buscan frenar la firma de los TLC.
El retroceso de la globalización neoliberal es más marcado en Latinoamérica. Bolivia, país que ha sido explotado durante mucho tiempo por los gigantes extranjeros del sector energético, ha nacionalizado sus recursos energéticos bajo la presidencia de Evo Morales. Néstor Kirchner de Argentina ha dado el ejemplo de cómo los gobiernos de los países en desarrollo pueden enfrentar al capital financiero, al forzar a los tenedores de bonos del Norte a aceptar solamente 25 centavos por cada dólar que les adeudaba Argentina. Hugo Chávez ha lanzado un ambicioso plan para la integración regional, la Alternativa Bolivariana para las América (ALBA), un proyecto fundado en la cooperación económica genuina en lugar que en el libre comercio, y en el cual las transnacionales del Norte tienen muy poca o ninguna participación, y que está orientado por lo que el propio Chávez describe como una "lógica más allá del capitalismo" ¿Estos tres podrían se considerados como los tres compañeros que boicotearon para evitar la fundición del Mar de Bronce indicado por el Maestro Hiram?

La globalización en perspectiva

Hoy en día, la globalización no parece haber sido una nueva fase superior del desarrollo del capitalismo sino una respuesta a la crisis estructural subyacente a este sistema de producción. Quince años después de que fuera proclamada como la ola del futuro, menos que una "nueva fase exitosa" de la aventura capitalista, la globalización parece haber sido un esfuerzo desesperado del capital mundial para escapar de la recesión y el desequilibrio en que se sumió la economía mundial en las décadas de 1970 y 1980. El colapso de los regímenes socialistas centralizados en Europa Central y del Este distrajo la atención de la gente de esta realidad al comenzar la década de 1990.
Mucha gente de los círculos progresistas todavía piensa que la tarea del momento es "humanizar" la globalización; sin embargo, la globalización es una fuerza desgastada. La multiplicación de los conflictos económicos y políticos de la actualidad se parece, en todo caso, al período posterior al fin de lo que los historiadores llaman la primera era de la globalización, que se extendió desde 1815 a la irrupción de la Primera Guerra Mundial en 1914. La tarea urgente no es timonear a la globalización comandada por las transnacionales hacia una orientación "social demócrata", sino administrar su retirada para que no traiga el mismo caos y los mismos conflictos que caracterizaron su ocaso en aquella primera era. Lo que implica que se tiene que edificar en fuerza, otro Templo como el construido por Zorobabel, ya que el templo de la globalización de Salomón parece que no va más.

HISTORIA DEL TIEMPO A TRAVES DEL TIEMPO.

La regla de 24 pulgadas podría representar para el masón el tiempo. El tiempo, sin embargo, ha sido motivo de profundas reflexiones a lo largo de la historia de la humanidad. Por ello, al interpretar filosóficamente la regla de 24 pulgadas, lo que en realidad estaríamos haciendo es establecer la historia del tiempo a través del tiempo. Lo que permitiría plantear que el tiempo es parte de la cultura humana, el tiempo es una cultura humana. La misma que en los templos masónicos esta representada simbólicamente de muy variada y rica formas.
Así el caminar del Sol desde oriente hacia occidente y que simboliza desde la apertura hasta el cierre de la logia, de la casa consagrada al trabajo masónico, es una representa simbólica del tiempo. El ascenso por la escalera de Jacob en la plancha de trazar de primer grado, es otra representación gráfica del tiempo. El avance del masón desde las puertas del templo, en occidente, hacia el oriente es otra forma gráfica de establecer la presencia del tiempo. Los solsticios y equinoccios, también, representan el tiempo cósmico y representa la relación de nuestra planeta y el Sol en el sistema solar. La posición de los signos zodiacales en las columnas del templo o de las constelaciones en la bóveda celeste, también representan el tiempo que ya paso, si aceptamos que lo que observamos en una noche estrellada es lo que ya paso, lo que nos indica que el tiempo esta es pasado.
El tiempo también esta presente en nuestra logia cuando se coloca la primera piedra en el lado norte-oeste del lugar consagrado a la edificación del templo, que a su vez, representa el intento de unificar lo que se fragmento a partir del big bang primordial para constituir el universo. Tiempo de construcción que culmina con la colocación de la piedra angular que sostiene la totalidad del templo, y que aún esta por colocarse, porque aún no se ha logrado la unificación de los elementos individualizados que hoy existen en el universo.
El tiempo también esta representada en la plancha de trazar cuando constamos la distancia entre el este y oeste, o entre el norte y el sur, o entre las columnas jónica, dórica y corintia. Tiempo que a la vez puede ser pasado y futuro, lo que indica que si bien es cierto que hemos reflexionado, queda abierta la posibilidad a reflexionar sobre los mismos asuntos, y probablemente las interpretaciones no serán las mismas, lo que implica que el tiempo también es creativo.
Si observamos la plancha de trazar, podemos apreciar que tiene límites, representada por la guardilla dentada, sin embargo, esto mismo indica que hay tiempo-espacio no incluido en la vida de la humanidad. Lo que permite inferir que hay tiempo antes y después del hombre. Lo que permite inferir que las especies nacen y mueren en el tiempo. Es más esto permite inferir que nuestros conocimientos están determinados por los procesos de conocer, los que a su vez son una parte del tiempo. Lo que implica que hay procesos cósmicos que están ocurriendo en este momento, que al tener dimensiones mayores a los establecidos por los procesos humanos de conocer, no pueden ser comprendidos, sin embargo, pese a esta falta de comprensión humana, no se puede negar su presencia, pues ellos influyen en nuestro devenir, aunque no seamos concientes de su influencia.
Todo esto esta esotéricamente simbolizada por la regla de 24 pulgadas entregada al masón recién iniciado, lo que implica que su utilidad como herramienta de pensamiento, acción y reflexión perdura a través de los diversos grados evolutivos que progresara en la vida masónica, lo que implica la presencia de un tiempo creativo, un tiempo que a la manera del tiempo quántico permite la presencia de partículas quánticas a partir del vacío quántico, lo que apertura a nuevas reflexiones sobre cualquier aspecto de la vida del hombre, del cosmos y del G.·. A.·. D.·. U.·.. Lo que incluye al mismo tiempo, por lo que podemos concluir que acepta que el tiempo mismo es motivo de reflexión, y que las diversas interpretaciones constituyen parte de la cultura del hombre.
La reflexión humana sobre el tiempo se remonta a la antigüedad y no ha concluido. Primero nos vimos atrapados en la rueda del destino, luego protagonistas de la historia, más tarde como los arqueros del universo y finalmente como parte de los procesos irreversibles de la naturaleza. De esta especulación hemos aprendido que el tiempo es una cultura que evoluciona con nuestros conocimientos.
Toda la historia de los conceptos de la materia, espacio y tiempo es la de una especulación metafísica que dura cientos de años. Antes del uso del lenguaje, si bien percibimos el entorno, al mismo tiempo teníamos una forma de conciencia sin forma ni definición. Eran los preludios de nuestra más elemental cultura.
El uso del lenguaje nos saco de nosotros mismos y enmarco nuestra experiencia dentro del mundo común de los objetos, de los actos y de las demás seres humanos. El lenguaje es el que altera las circunstancias de la percepción, ordena los datos de la experiencia, los codifica y cimienta una específica concepción del mundo.
Es así como el homo sapiens construye su primer marco de referencia y supera el autismo inicial, ese estado de conciencia difusa que caracteriza, supuestamente, sus primeros momentos como especie.
Entendemos que es así como se introduce en nuestra cultura la noción del tiempo, si bien desde nuestros más remotos antepasados hasta nuestros días, la idea del tiempo ha evolucionado de manera significativa en esa historia especulativa, y que interpreto que estaría representada, en logia de primer grado, por la regla de 24 horas.
Las primeras reflexiones se remontan a la Edad Antigua donde encontramos que Platón dice que el tiempo es la imagen móvil de la eternidad. Refleja el debate de la época entre el tiempo subjetivo (el de cada persona), el tiempo objetivo (cronos o duración de los acontecimientos), y el concepto de eternidad (tiempo inmortal y divino, sin principio ni fin) introducido por Aristóteles.
Las unidades de tiempo más corrientes, como las diferentes épocas del año, o el día y la noche, contribuyen a introducir en la cultura de nuestros antepasados la mentalidad cíclica asociada a tales fenómenos. Un ciclo sigue al otro en un proceso infinito, cada época no es sino una parte del todo. Pericles expresa así esta mentalidad: todas las cosas de este mundo están abocadas al declive. Para esta mentalidad cíclica, repetitiva, sin ilusión ni creatividad, el tiempo humano es tan exacto como el del entorno, sin opción a variaciones deliberadas. Todo se considera condicionado por el destino. Como el nacer y el ocaso del Sol.
Desde estos primeros momentos, la cultura del tiempo combina los elementos objetivo y subjetivo, así como la dimensión de eternidad, en un conjunto de ideas integradoras en las que se entremezclan los ciclos del entorno, las percepciones temporales de cada persona y la noción de que el tiempo se opone a eternidad: según Platón, el tiempo que pasa es la manifestación de una Presencia que no pasa.
La relación entre tiempo y movimiento la señala por vez primera Aristóteles, cuando establece: el tiempo es el número (la medida) del movimiento según el antes y el después. El ser que mide es, para Aristóteles, la conciencia interna del tiempo. Sin embargo, no llega a explicar qué es lo que señala el antes y el después, como advierte Prigogine.
Aunque algunos pensadores de la Antigüedad, como Estratón, consideran que el tiempo es una realidad completa en sí misma, otros, como Aristóteles, prefieren concebirlo más bien como una relación, aunque sin llegar a definirlo como exclusivamente subjetivo. En cualquier caso, la primera noche de esta reflexión humana, que se prolonga hasta San Agustín, considera que el tiempo es desde siempre una gran paradoja: parte del tiempo es pasado y ya no existe, y la otra parte es futuro y no existe todavía, reflexiona Aristóteles. San Agustín enfatiza la percepción subjetiva: el alma y no los cuerpos es la verdadera medida del tiempo.
Un salto esencial en la interpretación del tiempo se produce gracias a los profetas del judaísmo, que rompen con la idea del eterno retorno y rechazan la noción de destino implantada por los griegos. Esta visión del mundo, sobre la que se construye más adelante la concepción cristiana, realza el valor del futuro e introduce la esperanza como referencia de la evolución humana.
La persona ya no es considerada prisionera de los ciclos y de la fatalidad, sino que se encuentra en peregrinación hacia el futuro y espera con intensidad el próximo cambio del mundo. Es la idea del tiempo lineal, que se contrapone a la idea del tiempo cíclico.
El cambio de mentalidad que introduce el tiempo lineal es considerable: no sólo integra la esperanza en la cultura de la especie, sino que al mismo tiempo la hace subversiva. El mundo está inacabado y debemos perfeccionarlo.
Esta noción del tiempo como fuente de progreso añade la dimensión social al debate de la Antigüedad sobre los elementos objetivo, subjetivo y eterno (o cíclico) del tiempo. La polémica se prolonga hasta la época moderna, cuando el tiempo es percibido, bien como realidad absoluta (una realidad completa en sí misma), bien como propiedad (de las cosas) o también como relación, como decía Aristóteles (más que una realidad, el tiempo es una relación).
El denominador común es la descripción del tiempo como algo continuo, ilimitado, de una sola dirección y dimensión, homogéneo y fluyendo siempre del mismo modo, explica Ferrater Mora.
Newton profundiza en esta descripción y establece el tiempo como algo absoluto, verdadero y matemático, que transcurre uniformemente. Descarta el factor subjetivo e introduce la medición matemática del tiempo con ayuda de relojes. Para Newton el tiempo es sólo una magnitud, una unidad de medida, puesto que en un mundo en movimiento no hay lugar para el presente.
La visión newtoniana recupera el determinismo de los primeros momentos porque considera que la historia cósmica está ya escrita: podemos saber en qué momento ocurrirá el próximo eclipse o el paso del siguiente cometa. Es la época de la transparencia perfecta, el tiempo se inscribe en el espacio, el pasado y el futuro están escritos en el instante presente para el que sepa leerlos.
Una nueva y significativa ruptura en la concepción del tiempo se produce en la primera mitad del siglo XX, cuando la teoría de la Relatividad Especial de Einstein establece la unión del tiempo y el espacio en un nuevo concepto que evoca a Aristóteles. Hace 2.200 años, Aristóteles afirmó que el tiempo tiene que ser movimiento, uniendo así dos conceptos relacionados entre sí pero que se nos presentaban separados, diferentes. Einstein establece una revolución conceptual parecida cuando señala que el tiempo es la cuarta dimensión de la realidad. Los objetos no sólo tienen longitud, altura y profundidad, sino que además están inmersos en un proceso temporal inevitable que tiene tanta importancia como las otras tres dimensiones físicas.
Bertrand Russell lo explica así: espacio y tiempo no son independientes, como tampoco lo son las tres dimensiones del espacio. Seguimos necesitando las cuatro dimensiones para determinar la posición de un hecho... pues no existe el mismo tiempo para diferentes observadores.
La gran trascendencia de la aportación de Einstein radica en la unificación que realiza de conceptos básicos aplicados a la realidad: no sólo establece que la materia es simultáneamente onda y partícula, sino que el tiempo y el espacio son también facetas diferentes de un todo cuatridimensional que es el llamado espacio-tiempo.
Algunos físicos consideran incluso al espacio-tiempo como la matriz de toda la realidad. De hecho, el espacio y el tiempo aparecieron simultáneamente en la evolución del Universo.
La física actual se plantea además que el tiempo puede estar formado por partículas elementales que, al igual que los objetos materiales, percibimos como algo continuo y fluyente a nivel macro físico (es decir, en la vida cotidiana), pero que, a nivel micro físico (que sólo podemos percibir en el laboratorio), es granulado (está formado por partículas) e irregular (porque tiene periodos de diferentes proporciones). Si esto es así, la misma dualidad onda-partícula aplicable a la luz, valdría también para el tiempo.
Wartofsky advierte que nuestra imagen actual del espacio y del tiempo ha sido creada por la ciencia, y que las concepciones del espacio y el tiempo no están siempre de acuerdo con las simples verdades espacio-temporales que tomamos como inevitables y necesarias.
Conviene tenerlo en cuenta porque para Einstein la distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión, por persistente que ésta sea. Esta afirmación choca con el sentido común, que nos indica que el tiempo es tan real como la materia y el espacio. Sin embargo, el sentido común es un término relativo, que indica solamente el sentido común que prevalece en un período determinado del desarrollo conceptual. Desde esta perspectiva, el sentido común es sólo el conocimiento adquirido por la especie que ha resultado útil en determinados períodos históricos, pero no necesariamente sinónimo de verdad. ¿Es el tiempo una cultura, una ilusión de la especie?
Aceptar que el espacio y el tiempo forman una única realidad supone no sólo convertir a ambos en fenómenos físicos, sino también revisar la noción de simultaneidad. Hasta Newton se pensaba que existía un presente universal: dos acontecimientos pueden ocurrir al mismo tiempo en dos lugares diferentes.
Sin embargo, la Teoría de la Relatividad establece que no existe ningún momento que tenga validez universal: dos acontecimientos pueden ocurrir simultáneamente para un observador, pero otro observador que se mueva respecto al primero de ellos percibirá esos dos acontecimientos sucesivamente, no al mismo tiempo.
Es decir, aunque en la vida cotidiana, donde las distancias y las velocidades son demasiado pequeñas para apreciar la Relatividad, no ocurren estas cosas, sin embargo acontecimientos que tienen lugar en lugares muy alejados entre sí pueden estar en el pasado para un observador y en el futuro para otro. Bertrand Russell afirma al respecto que el orden-tiempo de los acontecimientos depende en parte del observador.
En consecuencia, el concepto de presente es una cuestión meramente personal y sólo tiene significado para el marco de referencia en el que se encuentra el observador. Es mas aceptando esto, resulta insensato dividir ordenadamente el tiempo en pasado, presente y futuro.
La estructuración de los acontecimientos en pasado, presente y futuro no deja de ser una construcción mental sin ningún significado para las ciencias naturales, lo que explica la ilusión a la que se refería Einstein.
Lo que implica que el mundo no sucede sino simplemente existe. La flecha del tiempo la ponemos nosotros. Somos los arqueros que permiten que el Universo tenga una historia con pasado, presente y futuro.
Un nuevo elemento desconcertante porque, a pesar de su carácter ilusorio, la direccionalidad del tiempo impregna todo el Universo y es la que establece el principio básico de causalidad, origen de cada uno de nosotros.
Casi todos los físicos están convencidos de que la causalidad es una ley inviolable de la naturaleza, pero a decir verdad carecen de una demostración que así lo pruebe, advierte Gribbin. Y añade: no existe en realidad nada en las leyes de la física que exija que la causalidad sea verdadera... La ley de causalidad no es más que la concepción vulgar del tiempo expresada en jerga científica.
Nuestra magnitud respecto al Universo guarda así una estrecha relación con nuestra capacidad de interactuación con él: según la Relatividad nosotros somos el tiempo del Universo.
Ya no podemos pensar, con Einstein, que el tiempo irreversible es una ilusión, sentencia sin embargo Ilya Prigogine. Para mí -añade- el hombre forma parte de esta corriente de irreversibilidad que es uno de los elementos esenciales, constitutivos, del universo.
Premio Nobel de Química en 1977 por su contribución al estudio de los procesos irreversibles y de la termodinámica de los sistemas complejos, Prigogine añade a la teoría clásica, relativista y cuántica la así llamada física de los procesos alejados del equilibrio. Ha podido establecer que en condiciones alejadas del equilibrio, la materia es capaz de apreciar diferencias en su entorno y de reaccionar con grandes efectos a pequeñas fluctuaciones.
Toda la teoría de Prigogine se basa en la termodinámica, una ciencia matemáticamente rigurosa iniciada en 1811 por Jean Joseph Fourier y basada en el tratamiento teórico de la propagación del calor en los sólidos. Esta ciencia añade otro componente universal a la física, además de la gravitación: el calor. Para Prigogine, las grandes líneas de la historia del universo están hechas de una dialéctica entre la gravitación y la termodinámica.
La termodinámica se basa en tres principios básicos: el de conservación (que no es sino una generalización del principio de conservación de la energía conocida en mecánica), el principio de evolución (también conocido como segundo principio de la termodinámica) y el principio de Nernst-Planck.
En sus comienzos, la termodinámica se centra en los procesos de equilibrio y descuida los procesos irreversibles típicos de las situaciones alejadas del equilibrio. Sin embargo, es sobre estos procesos, a partir de los cuales se formula el segundo principio de la termodinámica, que Prigogine fija su atención: revolucionan de tal forma el conocimiento del mundo que trascienden con mucho la teoría relativista y cuántica sobre la que se cimienta el pensamiento científico del siglo XX.
El segundo principio de la termodinámica es la ley del crecimiento irreversible de la entropía (desorden), formulada por Rudolf Clausius en 1865. La entropía de un sistema aislado aumenta con el tiempo, explica Penrose: un sistema aislado (por ejemplo un gas) que ha sufrido una evolución, no retorna espontáneamente a su estado inicial, sino que amplifica sus fluctuaciones. Esta amplificación de las fluctuaciones provoca a su vez una situación nueva y una serie de nuevas posibilidades de evolución.
Para la nueva ciencia del calor, los sistemas disipan energía, son irreversibles y evolucionan hacia el desorden. La evidencia que se desprende de la termodinámica es que, lejos del equilibrio, la materia desarrolla nuevas propiedades: sensibilidad a influencias del entorno, posibilidad de estados múltiples, historicidad de las elecciones adoptadas por los sistemas (se crean nuevos estados irreversibles).
Una de las consecuencias de la termodinámica es que el tiempo no puede ser subjetivo, como sugiere la física de partículas. Según la física del calor, la irreversibilidad es la base de la mecánica cuántica, de la mecánica clásica y de la relatividad, por lo que ya no podemos considerar el tiempo como una aproximación: la relatividad general no da sentido a la irreversibilidad y no puede explicar la gigantesca producción de entropía que caracterizó el nacimiento de nuestro universo.
Los fenómenos irreversibles que se aprecian en los sistemas alejados del equilibrio conducen a nuevas estructuras materiales que perduran y evolucionan hacia nuevos estados, lo que lleva a Prigogine a afirmar que ya no nos está permitido creer que somos los responsables de la aparición de la perspectiva del antes y del después.
De la termodinámica se desprende que, a niveles macroscópicos, la materia sometida a calor es inestable, fluctúa y engendra nuevos estados. A diferencia de lo que ocurre con la física cuántica, estos procesos metamórficos ocurren al margen de que sean observados o no, son inevitables e imprevisibles y pueden desarrollarse de una forma totalmente incontrolada.
Aunque la estructura subatómica de la materia sea paradójica porque no sigue las leyes físicas conocidas, a niveles macroscópicos la materia se transforma por efecto del calor y sintoniza con el orden espacio-temporal humano. Para Prigogine, este orden macroscópico otorga objetividad al mundo físico y disuelve las paradojas que se observan en el mundo cuántico, considerado como una especie de mundo alejado de los procesos de observación.
En consecuencia, según la termodinámica todo discurre realmente del pasado al presente y del presente al futuro de manera inevitable e irreversible. Roger Penrose aclara sin embargo que la irreversibilidad es simplemente una cuestión práctica: no podemos en la práctica des-revolver un huevo, aunque es un procedimiento perfectamente admitido por las leyes de la mecánica.
La inestabilidad, las fluctuaciones y la irreversibilidad, cualidades que descubre la termodinámica, desempeñan un papel en todos los niveles de la naturaleza: la química, la ecología, la climatología, la biología y la cosmología. Desde esta perspectiva, el universo surge de una inestabilidad (no de una singularidad, como expone la teoría del Big Bang), que crea simultáneamente materia y entropía.
Nuestro universo es el resultado de una transformación irreversible y proviene de otro estado físico, no del vacío cuántico. La transformación del espacio-tiempo en materia, en el momento de la inestabilidad del vacío, corresponde a una explosión de entropía, a un fenómeno irreversible.
En consecuencia, el universo no está condenado a la extinción, como expone la teoría clásica, sino que puede renacer si la inestabilidad original se llega a reproducir. Para Prigogine, el nacimiento de nuestro tiempo (del tiempo de nuestra vida, de nuestro planeta, de nuestro universo) no equivale al nacimiento del tiempo en sí mismo, ya que en el vacío cuántico el tiempo existía en estado potencial.
La física de los sistemas alejados del equilibrio aporta otra novedad: el azar introducido por la física en la mecánica cuántica no se limita al nivel de las partículas elementales, sino que es también una propiedad de la materia a nivel macroscópico, de los sistemas observados por la termodinámica. A nuevos estados físicos de la materia le corresponden nuevos comportamientos.
La idea que se desprende de esta teoría es que reafirmamos el carácter abierto y creativo del universo que nos sugieren las partículas elementales. Sin embargo, si la física nos ha hablado hasta ahora del tiempo ilusión de Einstein y del tiempo degradación de la entropía (extinción del universo por disipación del calor), estos dos modelos de tiempo no rigen ya: el universo no sólo no se degrada, sino que aumenta en complejidad con nuevas estructuras que emergen en las estrellas, las galaxias y los sistemas biológicos.
El desorden no es sinónimo de caos, sino de reorganización e incremento de la complejidad de los sistemas. Como señala Prigogine, los desarrollos recientes de la termodinámica nos proponen un universo en el que el tiempo no es ilusión ni disipación, sino creación.
Estas reflexiones nos señalan que el debate iniciado por Platón se prolonga todavía, que continuamos viviendo, compartiendo e inventando la historia del tiempo en una persistente especulación metafísica. Sin embargo, al igual que ocurre con nuestras facultades superiores, seguimos sin saber exactamente lo que es el tiempo.
Uno de los mayores condicionantes de nuestra existencia, de nuestro conocimiento, de nuestra percepción y de nuestra cultura, es también uno de nuestros mayores misterios. Bergson lo expresa así: nosotros no pensamos el tiempo real, pero lo vivimos porque la vida desborda a la inteligencia.
Parece decirnos que, ya seamos los arqueros del universo que ponemos la flecha del tiempo, como decía Einstein, o ya seamos parte de la corriente de irreversibilidad que cruza el universo, como dice Prigogine, la vida nos desborda y conduce por senderos en los que el tiempo emerge más como una cultura que evoluciona con nuestros conocimientos, que como uno de los fundamentos metafísicos del mundo real.
Esto es lo que podemos aprender de la historia del tiempo, que sigue abierta a nuevas interpretaciones porque es una historia que construimos nosotros con nuestras inquietudes, investigaciones y reflexiones. Así escapamos también del determinismo cultural que rechazan la física cuántica y la termodinámica porque, como lo expresan los antropólogos, las culturas no son inmutables, sino el vehículo para la creación consciente y constante de estructuras de realidad y, por ello, de futuros probables.
Todo esta historia del tiempo a través del tiempo estaría simbolizada en la regla de 24 pulgadas, la misma que a su vez, señala que en diversas dimensiones, conforme avancemos por la escalera de Jacob, la regla de 24 pulgadas tendrá nuevas dimensiones, permitiendo crear nuevas historias del tiempo a través del tiempo, lo que tiene profundo impacto reflexivo y actuante, tanto para el masón como para la humanidad cuanto para el universo.

Saturday, June 16, 2007

EL FUTURO DE LA MASONERIA.

Hoy en día evocamos la perdida del sentido, el choque de civilizaciones o la desaparición de los valores supuestamente irreductibles. La cuestión ha sido el núcleo de las interrogantes de la filosofía del siglo XX. Desde fines del siglo XIX, Nietzsche identificaba la historia con el proceso de la pérdida del sentido, que él resumía como “la desvalorización de los valores supremos”. La “muerte de Dios”, según su pensamiento, comportaba la muerte del Hombre. Para Heidegger, esta perdida de sentido es el movimiento mediante el cual el Ser queda olvidado y se transforma totalmente en valor. Más allá de la diferencia de los enfoques de Nietzsche y Heidegger, otros filósofos como Vattimo, han observado una afinidad entre sus dos definiciones sobre la perdida de sentido, definido como “la reducción del ser a valor de intercambio”. Paradójicamente, esto sería así a causa de la decadencia de los “valores supremos”, esto es, la noción de valor se vería liberada en su vertiginosa potencialidad. Los valores podrían así desplegarse “en su verdadera naturaleza de convertibilidad”, en el “movimiento de generalización del valor de intercambio”.
A principios del siglo XXI, cuando los planes de reapropiación de los valores parecían haberse derrumbado, tanto si eran proyectos políticos revolucionarios de emancipación como apuestas por la reconstrucción filosófica, espiritual, ideológica o política, a tal punto que se habla de un movimiento poshumanístico; justo cuando eventos trágicos derriban nuestros puntos de referencia y desacreditan la hipótesis de un “fin de la Historia”; cuando las sociedades se movilizan en busca de nuevas éticas, nuestra orden masónica, no puede ahorrarse una reflexión prospectiva y filosófica que se empeñe en encontrar una respuesta a la pregunta: “¿Hacia dónde se dirigen los valores?”
Todavía para Voltaire, en el siglo de la Ilustración, no cabía ninguna duda: “sólo existe una moral, al igual que sólo existe una geometría”. Pero esta certidumbre universalista se ha ido desmoronando desde hace tiempo ante la denuncia de un origen totalmente humano de la moral. La sospecha de una relatividad histórica de los valores, tal como las diversas iniciativas de desmitificación que trataron de reducirlos a paquetes ideológicos disimulando mecanismos de poder, ha arrasado con la fe filosófica, religiosa o artística a un absoluto de lo verdadero, del bien, de lo bello. Esta crisis de los valores, que ha trastornado los dos últimos siglos, desembocando en múltiples incertidumbres. ¿El ocaso de los valores significa la ausencia de un fundamento trascendente que permita anclar valores eternos en un cielo inmutable, o recibirlos por fin de una revelación indudable? O bien, en un mundo marcado por el encuentro planetario entre culturas, ¿hay que prever antagonismos virulentos, choques violentos entre valores contrarios? ¿O acaso veremos hibridaciones inesperadas y novedosas entre sistemas de valores de orígenes y de orientaciones hoy en día extraños entre sí?
El siglo XX, ha puesto en tela de juicio nuestras certezas acerca de la sociedad, la historia y la humanidad. La crisis contemporánea de los valores ya no es sólo de los marcos morales tradicionales heredados de las grandes confesiones religiosas, sino también la de los valores laicos que les sucedieron, esto es, los de la ciencia, el progreso, la emancipación de los pueblos, los ideales solidarios y humanistas. La huella dejada en el siglo XX, parece de nuevo amenazar nuestro futuro. ¿No existe el riesgo de que el desarrollo de las técnicas, factor tan decisivo como imprevisible e incontrolable de cambio, pueda desembocar en una humanidad irreconocible, que unos cuantos ya han designado con el término desconcertante de poshumanidad? ¿Podrían los progresos de la revolución genética suscitar una forma de auto domesticación de la especie humana? En un universo de innovaciones y de rupturas radicales, ¿Cómo concebir la continuidad de una Historia y mantener la utopía deseable de una vida mejor para la mayoría? ¿Podemos conservar el objetivo de un proyecto universal masónico que sea compatible con la multiplicidad de las tradiciones y que se enriquezca de sus historias entrelazadas?
Hay quienes, como Valéry, han evidenciado que nuestra concepción masónica sobre los valores morales o estéticos tendía a acercarse, en un mundo dominado por la especulación, al modelo del valor bursátil. Sin embargo, ya no existe un patrón fijo de valores, de medida estable y absoluta, sino que todos los valores fluctúan en un amplio mercado. Sus cuotas suben y bajan según los entusiasmos, los pánicos y las más subjetivas apuestas. El valor “mente”, ya no es diferente del valor “trigo” u “oro”, y no deja de bajar… así, el fenómeno de la moda, que hasta ahora sólo se refería a ámbitos dominados por lo arbitrario y la conveniencia, como el vestir, invade toda nuestra concepción de los valores. Vivimos en lo efímero, la obsolescencia acelerada, el capricho subjetivo, como si los más sagrados valores, ahora sin fundamento, pudieran entrar en el gran mercado de los valores mobiliarios y fluctuar a su vez. Esta forma coyuntural, momentánea y especulativa de concebir los valores corresponde a un gran número de fenómenos éticos o estéticos del mundo contemporáneo. El papel de la información y de los medios de comunicación refuerza esta orientación, puesto que la lógica bursátil de los valores, al igual que la de la moda y la de las tendencias de corta duración, implica tener en cuenta múltiples “indicadores” momentáneos que deben atraparse al instante. La información instantánea sustituye así el sentido de la Historia y el reconocimiento de sus largas evoluciones ya ininteligibles.
¿Cómo podemos, en este todopoderoso contexto que parece favorecer la “frivolidad” de los valores, considerarlos masónicamente “serios”? ¿Cómo puede la cuestión central de la educación masónica encontrar su lugar en un mundo fluctuante, flexible, marcado por la influencia emocional e intelectual de imágenes efímeras? El siglo XXI podría verse abocado a una extraña contradicción: nunca se habrá dado tanto valor a lo efímero. Sin embargo, el surgimiento de sociedades del saber, que tienden a hacer de la educación para todos y a lo largo de la vida no sólo un simple sueño, sino un proyecto, parece prefigurar el desarrollo de un nuevo dispositivo de valores duraderos, a la vez serios, lúdicos y juveniles. Cuando se desvanecen las fronteras entre las tres edades de la vida parecen surgir nuevos valores, a la vez cognitivos y prospectivos. Se trata de unos valores menos heredados que inventados, menos reproducidos que creados, menos recibidos que trasmitidos.
¿Esto implica que nos dirigimos a crear estéticamente los valores? ¿La estética se habrá convertido en el estado supremo de la economía y de la ética? Hoy en día, el antagonismo entre el artista y el burgués, entre la estética y la economía política, se ha desvanecido. No sólo se reconoce plenamente y se glorifica al artista, sino que parece que ninguna época le ha dado tanta importancia y ha hecho de él el propio modelo de la actividad productora de sentido y novedad. La “creación” está por todas partes. Todos somos, o aspiramos a ser, “creadores”. Cada producción, empresa o acción se lleva a cabo con referencia a la creación artística. En la vida personal, en ausencia de marcos estables y eternos, todos nos vemos obligados a crear, aunque sólo sea nuestra propia existencia: hay que inventar un “estilos de vida” En la vida económica se reconoce la innovación como el propio motor del desarrollo. Las fuerzas del mercado sitúan en primer lugar las seducciones de la oferta, la multiplicidad infinita de deseos, que tan sólo un dinamismo incesante de creaciones atractivas puede alimentar. De este modo, esta estética generalizada no sólo afecta a la sociedad como espectáculo, sino al propio núcleo del principio ético y de la dinámica empresarial.
¿Podemos entonces pronosticar la creación de nuevos valores? Sin lugar a dudas, el siglo XX ha presenciado en varias partes del mundo un declive masivo de la adhesión a los dogmas religiosos tradicionales. Sin embargo, al mismo tiempo ha conocido una diversificación extraordinaria de búsquedas personales o comunitarias de tipo espiritual, de los cuales no escapa nuestra orden masónica. ¿Acaso estos surgimientos minoritarios conllevan valores fuertes que podrían ser esenciales para el porvenir y fuente de renacimiento? De otro lado, cuando la cohesión social se ha desvanecido ante el incremento de un individualismo cada vez más radical que destruye los vínculos heredados y las identidades establecidas, se observa un crecimiento sin precedentes de nuevas formas de asociación, de nuevos tipos de solidaridad. ¿Cuáles son los valores que crean estas redes inéditas de afinidad, alianza o comunicación, fomentadas por la innovación tecnológica? En un mundo cada vez más domesticado por los motivos de interés económico y los valores materialistas y narcisistas de consumo, hedonismo y satisfacción de corto plazo, ¿se puede acaso apreciar la aparición de valores alternativos que podrían definirse como “posmaterialistas”? El derrumbamiento de los marcos patriarcales, sean estos éticos, institucionales, culturales o metafísicos, está vinculado a esas preguntas; una fractura considerable que implica la licuefacción de los valores con graves consecuencias que todavía es difícil de medir plenamente, pero que desde luego influirá en todos los aspectos del siglo XXI y tal vez de la orden masónica.
Las preguntas que surgen en torno a los valores son el síntoma de la mutación profunda que nuestras sociedades experimentan bajo los efectos conjuntos de dos fenómenos de gran amplitud: la mundialización y las nuevas tecnologías. La mundialización, al contrario de lo que se escucha con demasiada frecuencia, no se puede reducir a la sola integración liberal de los mercados o al surgimiento de un pensamiento global. En realidad, la mundialización, como sentimiento de pertenecía al mundo, que viene de lejos, es multisecular. ¿No fue en el propio Imperio romano donde los filósofos imaginaron por primera vez el concepto de cosmopolitismo? La historia de la primera globalización, la de los exploradores, la de los grandes descubrimientos y la colonización, que vio prevalecer todo tipo de hegemonías y toda forma de dominación, no debe ocultar la existencia de una segunda globalización. Se trata de la globalización de las conciencias que, a través de diversos movimientos cívicos mundiales contemporáneos, con base en la idea de nuestra humanidad común y la visión prospectiva de una ciudadanía planetaria, ha sido un fenómeno tanto político, filosófico, espiritual como cultural. ¿Se puede decir, por lo tanto, que sería posible esta coexistencia armoniosa entre las culturas profetizadas por los defensores de la globalización pacificada y sin excesos? Debo subrayar aquí la persistencia de desigualdades considerables tanto en el nivel mundial como nacional. Hay que evocar también el papel de las nuevas tecnologías y de la “revolución de la información” en el acompañamiento de la mundialización. Resulta bastante probable que, aprovechando las actuales transformaciones, la desigualdad numérica, económica y social, sea más acentuada. ¿Conviene planificar, más que nunca, el modo de llegar a un reparto universal del conocimiento y a un auténtico intercambio entre culturas?
En esta perspectiva, la cuestión de la pluralidad de las culturas no puede limitarse al debate sobre los valores y al problema del relativismo. En los tiempos de la globalización y de las nuevas tecnologías el nuevo reto consiste en saber cómo preservar la diversidad cultural. Porque no se pueden subestimar las amenazas que pesan sobre la propia diversidad de las culturas. La cuestión del porvenir de los idiomas resulta claramente ilustrativa, se hablan entre cinco y siete mil idiomas actualmente. Esta cifra podría verse reducida a la mitad cuando termine el siglo que acaba de empezar. Además, la ausencia de un verdadero plurilingüismo en Internet no hace más que fomentar este fenómeno sobre los instrumentos adecuados para la preservación de la diversidad cultural, comprendemos que, en primer lugar, se impone un diagnóstico de los peligros.
A nuevos retos, nuevas respuestas. Esto demuestra que el nuevo mundo que se perfila ante nosotros nos impone volver a considerar totalmente los contratos sociales, pilares de nuestras sociedades. Las transformaciones globales que hemos descrito reclaman un proyecto de nuevos fundamentos políticos y sociales, que los masones debemos esbozar como parte de su labor libremente aceptada.
A manera de ensayo, propongo cuatro contratos sociales nuevos. Un nuevo contrato social basado en la educación para todos y a lo largo de la vida, un contrato natural, un contrato cultural y un contrato ético, en una sociedad global cuyos retos son planetarios. Sin la generalización de la educación para todos y a lo largo de la vida, ¿cómo podemos acabar con la ignorancia? ¿Cómo promover con eficacia los valores democráticos? ¿Cómo construir auténticas sociedades del conocimiento? Sin un contrato natural que deje de elevar al ser humano a “dueño y poseedor” de la naturaleza para convertirlo en su depositario, ¿cómo terminar con la explotación exagerada de los recursos presentes, que amenaza con dificultar irremediablemente las posibilidades de un desarrollo sostenible y, por lo tanto, las oportunidades de las generaciones futuras? Sin un contrato cultural, que no es lo menos difícil de llevar a cabo, ¿de qué recursos dispondremos contra el agotamiento de la diversidad cultural? Sin una nueva definición de las exigencias éticas subyacentes en el ideal de los derechos humanos, que permitan circunscribir el marco de la seguridad humana, ¿cómo podemos construir las bases de una democracia y de una ciudadanía planetaria? Esto demuestra la amplitud de la tarea que nos espera.
Para hacer realidad estos nuevos fundamentos, es preciso evaluar el interés del método prospectivo. Al respecto, Maquiavelo afirmaba que “todo príncipe prudente no sólo debe preocuparse de los desórdenes presentes, sino también de los futuros, … porque previniéndolos a tiempo pueden remediarse con facilidad, mientras que si se espera a que progresen, la medicina llega a deshora, pues la enfermedad se ha vuelto incurable” La Masonería es una institución con vocación prospectiva, que recurre a los mejores talentos del pensamiento, de la creación y de la vida para conseguir la alianza de la política y la sabiduría preventiva. Hoy en día sabemos que hasta la ciencia, a condición de su creatividad, tiene que someterse al principio de precaución. Resulta particularmente necesario cuestionar las consecuencias de la revolución genética, tanto en el campo de la ética como desde el punto de vista de las preferencias sociales y de las prácticas discriminatorias que no ha conseguido erradicar. Luego, ¿acaso no asistimos al retorno de viejos demonios y fantasmas con apariencia de fortuita auto domesticación de la especie humana?
Con tantas preguntas me arriesgo a ser víctima del vértigo y a determinar con demasiada prisa esta perdida de sentido que invoque inicialmente. Es cierto que el riesgo de pérdida de sentido es el horizonte recurrente de un cierto número de preguntas que se plantean. Basta con considerar la diversidad de las formas de psicopatologías contemporáneas para comprender que quizás nuestras sociedades actuales, tras haber perdido el tiempo, están a punto de perder también el alma. Es como si, en la época de la productividad a corto plazo, nos hubiéramos sometido al culto del estrés y a la tiranía de la urgencia y no de lo importante. Una especie de un pago muy alto por el “ideal de maximización del propio individuo, de chantaje al resultado, de realización incondicional del ser humano como programa” como lo dice Baudrillard.
Sin embargo, es posible que la pérdida de sentido no sea más que una ilusión: una ilusión de la melancolía. Es decir, que la pérdida de sentido sólo constituiría una respuesta parcial y triste a la pregunta ¿hacia donde se dirigen los valores? Sería mejor hablar de deslices de sentido y de creación de nuevos sentidos. Por lo que concluyo con una apuesta ¿y si el nuevo fundamento que deseamos tuviera que hacerse efectivo mediante el saber y la difusión de los conocimientos? ¿Y si fueran las sociedades del conocimiento las que sucedieran a las sociedades de los valores? Téngase en cuenta que el conocimiento no se puede reducir a la perplejidad y la producción de dudas, actitudes inherentes al rigor científico. El conocimiento también es creación, renovación, acompañamiento cognitivo del cambio. En cuyo caso, la Masonería no podría proponerse un objetivo mejor que el de enseñar el camino hacia esta nueva ética. Hermanos, pongo a vuestra consideración este ensayo sobre el futuro de nuestra Augusta Orden Masónica.

VALOR FILOSOFICO DE LA PALABRA.

¿El pensamiento, la palabra y la acción son tres características diferentes del ser humano? o ¿es una característica que se manifiesta de tres maneras diferentes?
Durante mucho tiempo aceptamos que la materia y la energía eran diferentes, sin embargo, hoy aceptamos que son manifestaciones diferentes de lo mismo.
Esto sucede porque el hombre en su afán de conocer caracteriza, fracciona y diferencia los componentes del todo. Si estos fragmentos son aceptados por el contexto social pueden llegar a ser paradigmas diferenciados que se mantienen vigentes mientras que no obstaculicen el accionar humano.
Así, por convencionalismo, hemos considerado que la palabra es un medio para trasmitir el pensamiento y aceptamos –en forma complementaria- que el escuchar es un acto pasivo. Porque esto permitía conferir preeminencia al pensamiento.
Es decir, se construye y acepta socialmente que escuchar, hablar y actuar siguen al pensamiento. Esto como manifestación de la visión secuencial y por ello lineal. Demostración que construimos como interpretamos. Sin embargo, si cuestionamos lo lineal de esta construcción, podemos dudar de su convencionalismo. Desde Descartes se considera que el pensamiento es el elemento central, generador y por tanto diferenciador del ser humano.
En la filosofía de Descartes, el pensamiento es la base para entender a los seres humanos. El pensamiento, postula Descartes, nos convierte en el tipo de ser que somos. Es porque pensamos, dice Descartes, que podemos concluir que existimos: “yo pienso –nos dice- luego existo”. El pensamiento es la base del ser. La razón es lo que nos hace humanos.
Sin embargo, Nietzsche (1) considero que si bien el pensamiento es característica del ser humano, la mayoría de nosotros solo empleamos pensamientos ajenos y por ello, aunque poseemos la característica del ser humano, no la empleamos cotidianamente. Luego el pensamiento representa para los seres humanos, en el decir de Nietzsche, una prisión de la cual no pueden escapar.
Al evidenciarse esto, se hacia claro cuestionamiento de que el pensamiento fuera lo primero. Se evidenciaba que muchas acciones no son presididas por pensamiento. Con lo que se otorgaba independencia a la acción. Sin embargo, no se lograba relacionar pensamiento y acción.
Esto porque Nietzsche tomó contacto con el pensamiento de Heraclito, comprendiendo que en él estaba presente una perspectiva totalmente diferente de la que ofrecía el programa metafísico. Nietzsche entendió que, para comprender a los seres humanos no podemos concentrarnos sólo en su “ser”, sino que debemos también mirar hacia lo que no son, hacia el espacio en el que se trascienden las formas actuales de ser y se participa del proceso del devenir.
En este proceso de devenir se requiere dar cabida tanto al ser como al no-ser, a este ciclo que reúne el ser y la nada, esta eterna recurrencia del uno y del otro. Ser humano, según Nietzsche, puede ser visto como un proceso en el que estamos permanentemente huyendo de la nada, mientras que, al mismo tiempo, somos impulsados hacia ella, hacia el “sin sentido” de nuestras vidas, e inducidos a la necesidad de regenerarnos en un sentido.
Ante este cuestionamiento de la dependencia lineal de pensamiento y palabra, se posibilitaba crear otros convencionalismos, donde pensamiento, palabra y acción se podrían relacionar de forma no lineal.
Lo que implicaba cambio del sentido. Así, la acción podría dejar de ser elemento efector para pasar a ser un elemento activo. Es más, se podría invertir la dependencia, es decir, que desde la acción se puede generar pensamiento. De hecho, Heidegger (2) cuestiona que la razón sea primigenia en el ser humano. Por el contrario, considero que la razón nace como consecuencia derivada de la repetitiva acción.
Es decir, que de tanto realizar una acción puede surgir la duda de si solo de esa forma se puede hacer; lo que conduce al nacimiento del pensamiento. Pero no solo se logra invertir la dependencia, la acción genera pensamiento. También se logra una relación biunívoca entre acción y pensamiento.
Esto porque para Heidegger, la relación originaria no es una relación cognitiva entre sujetos y objetos presentes, sino una relación de disponibilidad, de encontrarse con los objetos a la mano, y no a la vista. Nuestra relación primaria con el mundo no es de conocimiento, sin de uso. El conocimiento es derivado del uso. La disponibilidad implica que nos relacionamos con las cosas en cuanto las usamos o tenemos la posibilidad de hacer uso de ellas. Este tipo de relación, de trato, es el más cercano y nos remite a un tipo de preocupación (inquietud) que manipula las cosas y las utiliza.
Desde esta perspectiva, no es extraño que la concepción de Heidegger represente la primera posibilidad de iniciar una reflexión filosófica seria sobre el problema de la técnica y la tecnología.
Heidegger insiste en que los objetos y las propiedades no son inherentes al mundo, ellos sólo emergen cuando se produce un quiebre en el uso que hacemos de las cosas. Mientras ellas estén a la mano, no nos percatamos necesariamente de su presencia y nos concentramos en aquello que estamos resolviendo a través de su uso. El significado le está conferido por la inserción en el tipo de actividad en la que hacemos uso de ellas.
De aquí surge una visión circular, las acciones generan pensamientos y los pensamientos generan acciones, usando como nexo a la palabra. Sin embargo, hasta aquí la palabra cumple una función de trasmisor de pensamientos y acciones. Con una función puramente pasiva.
Wittgenstein cuestiona que la palabra sea solo trasmisor del pensamiento y acciones, de hecho considera que la palabra es un acto construido socialmente y de forma activa. (3) Para ilustrar la posición de Wittgenstein acude a la imagen de una ciudad: “nuestro lenguaje puede ser considerado como una ciudad antigua: un laberinto de pequeñas calles y plazas, de casas antiguas y nuevas, y de casas con adiciones correspondientes a varios periodos, y esto, rodeado por una multitud de nuevos suburbios con calles regulares y rectas y con casas uniformes”.
Lo que implica que el juego recursivo de la palabra puede conducir a crear pensamiento. Esto logra nuevamente invertir la dependencia entre pensamiento y palabra. Y como ya era aceptado que el pensamiento se manifiesta por palabras. Nuevamente se genera una visión circular, es decir, pensamiento que genera palabras y palabras que generan pensamiento.
Esto fue posible porque la concepción de escuchar considerado como un acto pasivo queda en duda, y por el contrario al escuchar se lo considero un acto interpretativo y por ello activo. Con lo que se evidenció que la palabra puede generar pensamiento.
Luego, la palabra tiene dos caras, una de trasmitir y otra de generar pensamientos. Igualmente la acción tiene dos caras, una para ejecutar y otra para generar pensamientos.
La preeminencia del pensamiento es reemplazado por la circularidad igualitaria de las relaciones entre pensamiento, palabra y acción. Pasando de la relación lineal a la relación circular. Es más, la dependencia circular permite que, desde cierta perspectiva, las tres características sean consideradas como manifestaciones diferentes de una misma característica humana.
Pero esta relación circular entre el pensamiento, palabra y acción siempre se dará en el mismo nivel. Si aceptamos que la acción es primogénita con respecto al pensamiento, si aceptamos que del pensamiento se puede generar palabras, y del recursivo uso de la palabra se pueden generar nuevos pensamientos, que pueden ser convertidos en acciones. Estos círculos ¿girarán en el mismo nivel?
Al respecto Bertrand Russell (4) refiere que hay pensamientos derivados de pensamientos. Que existen niveles de pensamientos. Plantea que hay distintos tipos de proposiciones. La primera proposición que contiene la aserción simple de algo (por ejemplo “s”). Luego podemos reconocer un segundo nivel en el cual se efectúa una aserción sobre “s” (“s” es verdadero). Podemos luego reconocer un tercer nivel, en el cual se efectúa una aserción sobre la aserción que se refería a “s” (“s” es verdadero es verdadero). Y, así sucesivamente hasta el infinito.
Esto resuelva la paradoja creada con el ejemplo de Epiménides de Creta que afirmaba “Ningún cretense dice nunca la verdad”. Dado que el propio Epiménides es cretense, no es posible determinar si lo que afirma es verdadero o falso sin caer en una contradicción. Si miente, confirma que es verdad lo que dice. Si lo que dice es cierto, el mismo hecho que lo sea lo desmiente.
Russell indica que se produce paradojas cuando no se distinguen estos niveles. Por lo tanto, la proposición que hace una aserción sobre una clase de aserciones no se incluye en esa clase de aserciones. Es decir, la regla es la siguiente: “lo que comprende toda una colección no es de la colección”
Si hemos aceptado que palabra y acción tienen relación circular con los pensamientos, luego, por extensión tendremos que aceptar que también hay niveles de acciones y de palabras. Es decir, acciones que generan acciones, palabras que generan palabras.
Frege (5) ya había evidenciado que no es lo mismo referencia y sentido. Esto es particularmente importante al emplear la palabra de forma recursiva. La palabra es una referencia cuyo sentido, a lo largo de la historia, no siempre ha sido ni será igual. Una misma palabra tiene varias acepciones, es decir varios sentidos. De hecho, los sentidos de las palabras evidencian diferencias ontológicas entre los seres humanos. Aquí se hace evidente la influencia del pensamiento sobre la palabra y por extensión sobre la acción.
Luego las palabras pueden tener varios sentidos que es importante resaltar porque de no ser así, puede generar confusiones que Russell evidenció e indico como pensamientos que generan pensamientos. Con ello se ordeno y se evidenció que el giro lingüístico señalado por Wittgenstein representa un giro en la visión interpretativa del ser del hombre.
Esta clarificación de Russell tiene consecuencias, pues un cambio de sentido en la palabra origina cambio en las acciones. Y por extensión la palabra modificada así como la acción derivada influye en el pensamiento. Eso es lo que resaltó Habermas en la ética del discurso para evidenciar el peso influyente de los juegos lingüísticos de Wittgenstein.
Estos giros lingüísticos serían la evidencia de la transformación ontológica del ser humano cualificado así por Heidegger, con lo que señalaba que el ser humano tiene una esencia mutable. Pero también sería valido que las palabras generen transformación ontológica del ser humano, esto lo señalo Nietzsche cuando refirió que pocos seres humanos piensan, aunque muchos actúan.
Las palabras pueden ser reordenadas pasando a otro sentido que, a la vez, que explican todo lo aceptado hasta ese momento, permiten resolver problemas que, con el anterior sentido, no podían ser atendidos.
Es más, las palabras pueden ser giradas en su sentido con la finalidad de que puedan ser atendidas ciertas necesidades ontológicas hoy pensado pero aun no posible de atender, esto lo evidencia el pragmatismo de Pierce y Rorty.
Así llegamos a poder aceptar que el empleo recursivo de la palabra, en los planos filosóficos, puede sustentar ideologías y doctrinas. Si por la acción repetitiva se puede generar pensamiento, por el reordenamiento repetitivo de las palabras también se puede generar pensamiento pero con una extensión diferente. Incluso transformar la ontología del ser humano.
Lo que perfectamente encajan en la propuesta de Wittgenstein que acepta que el juego lingüístico puede generar acciones y pensamientos. Lo que implica que no hay palabra inocente, libre de intención. Luego, no es valida la popular frase: “yo decía no más”.
Los juicios de valor hecho por un ser humano a otra manifiesta coincidencia o no de su esencia ontológica. O puede evidenciar coincidencia o no en el sentido de las palabras. De allí que todo juicio de valor puede ser interpretado de muy diferentes formas. Lo que implica que hay diferentes ontologías en la especie humana.
Lo que se manifiesta con el dicho popular: “no hay frase mal dicha sino mal interpretada”. Pero esta misma frase evidencia que el escuchar no es pasivo sino activo. Aquí indica que el escuchar es oír más interpretar. Luego el escuchar es una acción activa de libre interpretación.
Lo que implica que una palabra, independiente de la intención del que lo dice, puede ser interpretada, por el que escucha, de manera similar o diferente a la intención del que habla.
¿Cuál es esa característica humana que se manifiesta por medio de palabra, pensamiento o acción? Podría ser sintetizado como voluntad humana. Heidegger dice que el ser humano siempre es utilitario en su forma más primigenia. ¿Qué le puede ser útil al ser humano? Todo lo que le permita conservarse, lo que podría delatar que el ser humano es gobernado por el instinto de conservación, manifestado por la generación de acciones, pensamientos y palabras.
Sin embargo, el instinto de conservación puede ser interpretado como apariencia, de la intención humana. Lo que permite inferir que la intención humana es lo primogénito. Si la intención humana es la primogénita característica del ser humano, luego el pensar, hablar, escuchar y actuar son sus derivadas.
Si la intención humana es la primogénita esencia del ser humano entonces derivada de ella también serían la ética y la moral. Esto es, la ética surge si aceptamos que toda intención de un ser humano puede afectar a otro. Lo que implica que la ética surge de la repetida intención humana, manifestada a través de acciones, pensamientos o palabras, con la finalidad de reducir los daños y permitir la convivencia social.
Si aceptamos que la acción repetitiva genera pensamiento. Igualmente podemos plantear que la acción generativa de la palabra produce pensamiento y acción. Ante esto, ¿quien genera a quien? La acción a la palabra o la palabra a la acción.
¿Cual sería la relación entre la palabra y la acción? Un sólo ser humano podría, por repetidas acciones, llegar a pensar. Con ello posibilita inferir que la palabra no es necesaria para la relación entre la acción y el pensamiento, en el nivel individual.
Pero si evaluamos lo mismo en una comunidad de seres humanos, podremos encontrar que la acción y el pensamiento se conectan por la palabra. Luego la palabra es el resultado de la convivencia social y da potencia a la relación entre acción y pensamiento. Esto es, permite que acciones generen pensamientos, que palabras generen pensamientos, que pensamientos generen acciones y palabras. Si la acción es primigenia, la palabra una derivada amplificadora en la construcción de la ontología del ser humano. De la acción y la palabra deriva el pensamiento.
Si aceptamos estas relaciones entre la palabra, la acción y el pensamiento; ahora estamos en condiciones para valorar la palabra en la construcción del Templo del Rey Salomón.
La intención del Rey Salomón se concreto en un pensamiento, construir un lugar donde pueda morar el Creador de Todo. Para lograr que se concretara esta intención se requería de acción, para ello empleo la palabra que generó ayuda con materiales por parte de Hiram Rey de Tiro, y acción constructiva del Maestro Hiram Abif. Luego, la palabra permitió que el pensamiento del Rey Salomón se materialice a través de las acciones tanto de Hiram Abif como del Rey de Tiro.
A través de la adecuada construcción de las palabras el Rey Salomón logro la ayuda de Hiram Rey de Tiro así como la interpretación más bella de Hiram Abif. La palabra adecuada del Rey Salomón genero tanto en Hiram Rey de Tiro como en Hiram Abif nuevos pensamientos y acciones que permitieron contar con los materiales y convencionalismos para construir el Templo consagrado al Señor.
Pero además el Maestro Hiram construyó convencionalismos organizativos limitados por palabras, toques y signos que permitían diferenciar los diversos procesos de reconstrucción ontológica en los obreros empleados en la construcción del Templo.
Demostración que la palabra a la vez que trasmite acciones y pensamientos, también permite dar sentido a las acciones y pensamientos humanos, permitiendo expandir o limitar las acciones y pensamientos. Sentido que mantiene el orden en los recursos existentes posibilitando la edificación sea del Templo o del devenir de la humanidad.
Si aceptamos esto, podemos inferir que, por la palabra, generamos nuevas interpretaciones y sentidos que permiten la construcción de nuevos edificios filosóficos que permiten que nosotros mismos transitemos por nuevos mundos ontológicos, tal como lo señala Echeverría (6)
Luego, la palabra permite que nos recreemos a nosotros mismos. Y aunque no podemos decir que somos seres de la palabra, podemos decir que la palabra contribuye a nuestra recreación.
¿Qué consecuencias se generan de esta acción generativa de la palabra? Creo que tres importantes. Primero, que talvez nunca sabremos como son las cosas realmente y solo podremos saber como las observamos. Ya que las observamos como las interpretamos. Luego, tal vez no conoceremos el mundo y solo viviremos en nuestros mundos interpretativos.
Segundo, si aceptamos que la palabra permite la recreación ontológica del ser humano, entonces podemos inferir que no solo actuamos de acuerdo a como somos, sino también somos reconstituidos de acuerdo a como actuamos. Acción, palabra y pensamiento enlazados permite ser lo que somos pero también permite transformarnos.
Esto permite aceptar que el ser ontológico no es inmutable, que por medio de la palabra, puede producirse la transformación ontológica del ser pasando de lo que se es a lo no se es. La organización en grados de los obreros, creada por el maestro Hiram Abif, señalaría diferentes grados de recreación ontológica. Organización que en forma general ha vivido y vive la humanidad a través de su historia.
Tercero, para que ello se de, se requiere el cambio del sentido de la palabra y siempre que este giro lingüístico sea aceptado por la comunidad de hombres como nuevo convencionalismo posibilita la creación de nuevos seres humanos. Podemos interpretar que actuamos por convencionalismos sociales creados, a su vez, son creados por la reinterpretación de la palabra.
Luego actuamos de acuerdo a convencionalismos sociales a los que pertenecemos. Pero por el empleo recursivo de estos mismos convencionalismos se posibilita poder reinterpretarlos creando nuevos convencionalismos. El poder del giro lingüístico se manifiesta plenamente aquí, pues transfiere poder de lo que fue a lo que es. La aceptación del nuevo convencionalismo permite que el nuevo ser ontológico construya nuevos mundos interpretativos.
Así, la palabra del Rey Salomón, que posibilitó la acción con materiales de Hiram Rey de Tiro, y, a su vez generó en el maestro Hiram Abif, recreaciones interpretativas de la idea original del Templo planteada por el Rey Salomón permitió que culminaron el proceso con la bella construcción. Pero al mismo tiempo, Hiram Abif creo convencionalismos no solo arquitectónicos sino de pensamiento y acción, jerarquizados por palabras.
Luego, el empleo recursivo de la palabra genera interpretaciones que nos posibilita vivir en mundos interpretativos nuevos. Filosóficamente hablando, si bien coexisten muchos mundos interpretativos, estos están organizados jerárquicamente en niveles diferenciados. En cada nivel las acciones concretas son dirigidas por estas reinterpretaciones que, sin embargo, por medio de la misma acción recursiva y del giro lingüístico podemos reconstruirlos, posibilitando la creación de nuevos mundos interpretativos y hasta de nuevas jerarquías.
Si aceptamos que estos tres principios (existencia de mundos interpretativos, de convencionalismos sociales y de la transformación del ser ontológico) como derivadas de la acción generativa de la palabra, pensamiento y acción. De la acción conjunta de los tres se permite la reconstrucción filosófica filosófica. Claro esta, todo esto se produce si es que tenemos la intención de actuar en ese sentido.
La palabra empleada de forma recursiva puede generar que el ser cree nuevos sentidos. El nuevo sentido será cimiento para la construcción de nuevos convencionalismos sociales, que a su vez permitan construir nuevos mundos interpretativos, como resultado de la transformación del ser ontológico.
Esta aparente secuencia lineal, hoy en día puede ser reemplazada por el empleo circular de pensamientos, palabras y acciones; se puede derivar en nuevos convencionalismos y transformaciones del ser ontológico creando nuevos mundos interpretativos. En cada giro lingüístico se posibilita la creación de nuevos mundos interpretativos representados en la Orden por nuevos templos.
Luego, la palabra como acción generativa sería la piedra angular en los mundos interpretativos que hemos vivido hasta hoy, y al mismo tiempo, posibilita la reconstrucción de nosotros mismos y de nuestros convencionalismos sociales, permitiendo que en el futuro vivamos en nuevos mundos interpretativos.
Mientras la palabra sustituta contribuye a mantener la construcción de nuestros mundos interpretativos, la palabra en el Arco Real permite construir nuevos sentidos interpretativos posibilitando la construcción de nuevos mundos interpretativos.
La palabra en el Arco Real no solo trasmite, también cumple una acción generativa con lo que completa la pirámide trunca. Posibilitando pasar de la dimensión lineal a la dimensión circular. Análogamente a lo que sucede en las tres dimensiones del espacio; pensamiento, palabra y acción unidas circularmente sería las tres dimensiones del espacio, y que, a través de su viaje circular, posibilitan la creación de la cuarta dimensión, la transformación del ser ontológico que análogamente sería la cuarta dimensión. La reconstrucción de pensamiento, acción y palabra que, esta entonces, constituían tres paradigmas diferentes, reconstruidos en uno solo permite la transformación ontológica del ser. Esta transformación ontológica permite la edificación de nuevos futuros mundos interpretativos. Luego, la palabra es la piedra angular en el Grado del Arco Real.
Referencias Bibliográficas.
1. Nietzsche, Friedrich La Filosofía en la Época Trágica de los Griegos http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3438
2. Heidegger, Martín Tiempo y Ser http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3518
3. Wittgenstein, Ludwig Investigaciones Filosóficas http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3325
4. Russell, Bertrand. Problemas de la Filosofía http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3376
5. Frege, Georg Sobre sentido y significado http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=11810
6. Echevarria, Rafael Ontología del Lenguaje http://hansi.libroz.com.ar/libros/verl.php?nlibro=3111